jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 12 - Hacia la Argentina Potencia


Hacia la Argentina Potencia

En los diez años de gobierno Peronista se había desarrollado el Pulki, el Guaraní, dos modelos de aviones de avanzada. Otros modelos de aviones se construyeron en el mundo robándonos las ideas, tomando como base el diseño de estos dos aviones argentinos: el Pulki y el Guaraní. También se desarrolló la llamada “chatita justicialista”, que fue el auto Peronista por excelencia. Fijémonos que pasaron más de 50 años de esos proyectos y nunca más se diseñó un auto auténticamente nacional. Perón lo plasmó en una realidad; no fue un proyecto que durmió en un cajón.
Lo mismo ocurrió con las locomotoras que se fabricaban en nuestra Nación y eran exportadas a países limítrofes. Aquellas locomotoras que en la parte superior tenían una suerte de prolongación en los tapones. Muchos decían que imitaba a la gorra del General. Se fabricaba en nuestro país. El desarrollo científico era una realidad, como las inversiones en la siderurgia, la industria mediana etc..
Todo esto no pudo haber caído en saco roto, no pudo haber quedado en el terreno de la nostalgia. Deben ser incentivos poderosos para que retomemos ese camino y también para que razonemos que tenemos enemigos afuera pero que son los menos preocupantes. Somos muy conscientes de lo que decimos. Tenemos si que preocuparnos de los enemigos de adentro. Los enemigos de adentro fueron los que se prestaron a los intereses internacionales, fueron los que pregonaron la revolución libertadora que destrozó todas estas señales de construcción concreta, estas obras que habían sido construidas que estaban en marcha y que nos daban jerarquía de Nación y no de república bananera.
Hay algunos seudos argentinos a los que habría que darles un pasaporte para que se vayan a empobrecer otras latitudes. El que quiera irse del país que lo haga. Porque si permanecen aquí serán siempre lastre y miseria. El país sin ellos va a mejorar más rápido y mas fácilmente porque no estarán los que siempre “se cuelgan de la cruz”.
La revolución libertadora fue el ejercicio de dominación más profundo que pudo haber sufrido nuestro país. Se pudo hermanar, se pudo asociar con aquél seudo Ejército Grande que enfrentó a Rosas en 1852 en Caseros. Son de esa misma laya, de esa misma categoría. Regaron de sangre el país y rompieron todas las realidades, no los proyectos, porque el Peronismo no se agotó sólo en el concepto de proyecto. En esos diez años se realizaron obras como el desarrollo del agua pesada para que tengamos desenvolvimiento atómico, para que tengamos nuestro propio desarrollo nuclear. Hace poco nos obligaron a desarticular el proyecto Cóndor 1 y 2. Como país dimos un paso atrás si bien dimos un paso adelante para convertirnos en colonia..
En la actualidad Francia sigue haciendo pruebas nucleares en el Atlántico, EE.UU. produce explosiones nucleares fuera de la atmósfera terrestre a la que afecta, Rusia lo sigue haciendo, también Inglaterra. Pero cuando se trata de nosotros ellos dicen: «no, no vengan a formar parte del club de los poderosos, somos nosotros, ustedes van a ser siempre los kelper, van a ser siempre los que estén bajo nuestro poder».
La historia de los pueblos están signadas por su cultura, por su voluntad de crecimiento. Pero llegado el momento y cuando hay intereses en juego se llega a la guerra. La guerra las definen aquellos pueblos que están más dotados y más preparados a lo largo del tiempo para enfrentar un conflicto bélico.
Cuando una persona demanda en tribunales a otra, es un conflicto que se asemeja a un enfrentamiento. Pero cuando en las naciones, los intereses se cruzan y estos intereses afectan a una o más comunidades lamentablemente el único recurso que se puso en vigencia históricamente fue el de la guerra, y la guerra la ganan los poderosos, los más dotados, los más preparados.
Por esto EE.UU. no pudo ganar Vietnam porque en Vietnam hubo un pueblo que vivió peleando y que estaba más dotado psíquica y culturalmente para la guerra. A pesar del desarrollo bélico y armamentista, el país más fuerte del planeta tuvo que sucumbir ante el desarrollo de la voluntad, ante el desarrollo del concepto de guerra y de soberanía política e independencia cultural que campesinos, alimentados con un puñado de arroz llevaban adelante sin muñecas inflables, sin heroína, sin logística, sin helicópteros artillados, sin B 52, sin M 16, sin La Pam, sin el estímulo del “polvo rosa” pero con cañas de bambú convertidas en armas, con resto de municiones que los norteamericanos dejaban en el camino y con las que los Vietnamitas armaban “casabobos”. Con espadas, con armamentos que adquirían en su transcurso hicieron una guerra que ganaron a lo largo del tiempo.
Nosotros no podemos pensar en ser menos que otros pueblos. Tenemos que pensar en ser por lo menos iguales y no estaría de más, de vez en cuando, que pensemos en ser más protagonistas, más desarrollados, más capaces.
Nadie vendrá a regalarnos nuestro propio destino. Como a ningún individuo le ofrecen la gerencia o la jefatura de una empresa sin que antes haya demostrado su capacidad de trabajo, como a ningún ciudadano se le regala el título de médico, abogado o de ingeniero. Así ocurre con la historia y el destino de los países. Todo se tiene que hacer a través del trabajo, del sacrificio y de la evolución, máxime una Nación.
Difundamos sentimientos de potencia, de sabiduría, sentimientos de realización por sobre todas las cosas para que nuestra Nación avance. Estamos muy cerca. Faltó muy poco para que la realidad del Peronismo fuera inquebrantable, para que fuese una realidad invencible, una Argentina poderosa, plena, orgullosa de si misma. Con la revolución libertadora, aparecieron los cipayos, aparecieron los intereses extranjeros. Allí surge la Argentina diezmada en sus ideales que aún hoy padecemos. Pero el desafío aún está presente. Siempre decimos que el Peronismo es una revolución inconclusa porque aún tiene algo que decir, aún tiene que proyectar nuestro país hacia la grandeza que Perón y Evita soñaron. Este es el desafío que tenemos desde el primero hasta el último segundo de nuestras vidas: “ser lo que debemos ser, o traicionar la patria”.
De ninguna manera el Movimiento Nacional Justicialista está reñido con lo moderno. Pero bien, no tenemos ningún problema en la adaptación de nuestra verdad y de nuestra doctrina a los tiempos nuevos y a las realidades que nos gobiernan, y que están al alcance de nuestras narices.
Pensamos que nuestra doctrina acaricia esencialmente conceptos de verdad y tal cuál lo dijimos en otras ocasiones, si una doctrina abraza conceptos de verdad, esta verdad se adapta a todo tiempo, a todo espacio y a toda circunstancia. No estamos reñidos con la evolución técnica, no estamos reñidos con desarrollo científico. Si tenemos que dejar bien en claro que primero es el espíritu, primero es la voluntad de ser, el desarrollo tecnológico viene por añadidura y el mejor desarrollo tecnológico no nos dará felicidad, no nos dará realización, no nos hará sentir mejores con nosotros mismos.
El cumplir con nuestro deber, en cambio, nos hará sentir bien con nosotros mismos. Esperemos con los brazos abiertos todo lo que es desarrollo tecnológico, todo lo que son tiempos, entre comillas, de cambios. Adaptémonos. A veces la historia de la humanidad se parece a un gran salón de baile. Hay un equipo de música donde suenan ritmos distintos, variados. Necesariamente hay que bailar, con un ritmo u otro, hay que bailar y hacerlo lo mejor posible. Bien, de la mano de este símil desarrollemos nuestras conductas y acomodémonos a los tiempos que corren. Reiterando una máxima ya mencionada que dice «el bambú se dobla pero no se rompe». Implica esto que flexibilicemos nuestras conductas a todos los vientos de cambio y de modernidad que puedan exigir adaptarnos, pero siempre coherentes y firmes al tallo y obedientes a nuestras raíces: «el bambú se dobla pero no se rompe».

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