jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 14 - Mistica


Mística:.............................................167

Pensamos que una acción puede definirse como mística cuando está relacionada con algo más que las causales de la conveniencia, que los motivos de la especulación o del bien, del provecho inmediato. Cuando una acción trasciende los cánones vulgares de la conveniencia personal podríamos definir a esta acción como una acción que tiene que ver con el misticismo.
Una acción para que sea mística tiene que estar relacionada y obediente a un pensamiento de trascendencia, trascendencia en cuanto a su bien, en cuanto a que su provecho será gozado, recibido por otros seres humanos, por otros compañeros, por otros hermanos. Es mística porque este pensamiento o esta acción tiene que ver con la obediencia de propósitos altruistas, solidarios, de propósitos que trascienden la conveniencia personal de cada uno de nosotros.
Las acciones comunes, vulgares, son aquellas que tienen que ver prácticamente con la acción y la reacción en cuanto a la conveniencia, en cuanto a actitudes que nos ayudan o nos protegen de coyunturas que son in-mediatistas, que tienen que ver con el aquí y ahora.
Lo místico es aquella acción romántica que está cargada de ideales, que pretende perdurar en el tiempo, que es acción donde no importa el costo personal para que una idea o un ideal pueda plasmarse en la realidad.
Cuando no interesa el precio, el costo “personal” que tengamos que pagar para que una obra o un ideal se concrete, esto está cargado de mística, está cargado de sentimiento que tienen más que ver con lo divino, con los ideales, que con el hecho inmediato, terrenal y egoísta que podamos pensar o apreciar en nuestro aquí y ahora.
Estamos convencidos que la liberación espiritual de un hombre y de un pueblo están sujetos a la capacidad de generar acciones místicas. Decimos esto desde la convicción de una fe religiosa y desde la convicción de que los ideales existen, que si existe la trascendencia, es porque existe en el hombre la capacidad de abrazar ideales, de abrazar sentimientos y acciones que lo lleven a la perfección. El único camino es trabajar generando acciones como el desinterés, acciones que estimulen la evolución, el servicio o entrega a una causa.
También para que una acción sea considerada mística tiene que existir el concepto del bien. Podríamos decir que una acción carece de misticismo si el sentido de la motivación de esta acción no tiene que ver con el propósito de mejorar y de conducir a la evolución a un hombre, a nosotros mismos o a los demás.
Para que una acción, insistimos, sea mística tiene que estar presente el concepto del bien. Para aquellos que profesan un credo, o cualquiera de las grandes religiones del mundo, y sobre todo para aquellos que como nuestro pueblo abrazan la fe católica diríamos que deberíamos tener una verdadera devoción y un verdadero estado de concentración para poder generar acciones místicas que tiendan a la trascendencia del alma. Esto significa optar por aquellas decisiones y por aquellos bienes, que son los bienes de la mente, del espíritu, del alma y dejar de lado todas aquellas circunstancias meramente individualistas y personales.
Acciones místicas son por ejemplo el espíritu de la batalla de la Vuelta de Obligado cuando las fuerzas patrióticas en conocimiento de su inferioridad, del potencial bélico en cuanto al desarrollo armamentístico y a la logística y a la exhibición de armas de última generación que poseían los ejércitos ingleses y franceses, no obstante esto, cumpliendo con su deber ofrecieron sus vidas en una gran batalla. Esto es una acción cargada de mística.
La Argentina, en su nacimiento , tuvo héroes y mártires que justamente permitieron el nacimiento y el crecimiento de nuestra Nación por brindar sus ideales, por brindar su propia vida en aras de razones e ideales que perduran más allá de su propia existencia física, más allá de su vida terrenal.
Esta es la vida de los caudillos, de los grandes mártires, esta es la vida de muchos hombres que supieron brindarse para abrazar un ideal. Cuando San Martín libera Chile y Perú no queda al frente de los gobiernos ostentando cargos que le habían sido ofrecidos, sino que fue coherente con los más altos ideales de liberación e independencia de los pueblos.
Asimismo y más recientemente en la historia Argentina, fue ese el significado del fenómeno del 17 de octubre del ’45. Hubo una sublevación de pensamiento, una sublevación de espíritus y una comunicación de un líder con su pueblo donde el misticismo se hizo presente. Nace el Movimiento Nacional Justicialista y en esta ocasión no hubo una, dos o tres personas que encarnaron sentimientos de pasión y de misticismo, sino que fue prácticamente todo un pueblo, el pueblo argentino que comienza una vía de comunicación profunda, inalterable con quien fuera su más alto conductor: el General Juan Domingo Perón.
Luego, esto se continúa con mayor vigor en la relación de Eva Perón con el pueblo cuando manifiesta «volveré y seré millones», cuando anhela que su nombre sea llevado como bandera a la victoria. Sin duda estaba hablando de un misticismo y de una capacidad de ver el destino más allá de su presencia física. Estaba abrazando sentimientos de trascendencia ya que todo esto se hace realidad mucho más allá y después de la existencia terrenal y física de Eva Perón.
Todas estas reflexiones nos llevan a tratar de generar una cultura del sacrificio real. Pero no del sacrificio “aparente” visto desde la óptica si se quiere, de la comodidad, de la vagancia o del libertinaje en el que estamos sumergidos. Esto parece una paradoja pero es una realidad, ¿cuál es la acción correcta a seguir?, las acciones correctas son todas aquellas acciones que trascienden nuestro bien inmediato y buscan nuestro bien permanente, ¿cuál es nuestro bien permanente sino el bien que nos va a abrazar y nos va a conducir hacia la sabiduría y hacia la liberación de nuestras limitaciones y miserias?.
Pero para que nuestra liberación pueda concretarse como un hecho real tenemos sin duda que vencer al egoísmo, que es el que nos sujeta a la tierra y que nos sujeta a acciones denigrantes y actitudes miserables y vulgares. Para poder trascender la estrecha frontera del egoísmo, la vulgaridad y la falta de inteligencia espiritual tenemos, que abrazar sentimientos místicos, que serán, esfuerzo mediante, cada vez más cotidianos. De esta manera el fenómeno que a veces llamamos milagro se convertirá en un hecho cotidiano, en un hecho que podamos cada uno de nosotros constantemente tener al alcance de la mano.
El Peronismo estuvo cargado de acciones místicas, aquello de la tiza y del carbón, aquél del «luche y vuelve», aquella «PV», aquel «Perón vive», ese sentimiento en aquellos cánticos de «se siente, se siente Evita está presente». Muchos años después de su muerte física perduraron no obstante como sentimiento profundo de lealtad, de convicción y de comunicación de un pueblo con sus legítimos líderes hacían sentir todas estas emociones que hoy queremos, de alguna manera, a través de estas líneas evocar.
Cuando la disyuntiva fue «Braden o Perón», el pueblo optó por Perón a pesar que muchísimos pensaban lo contrario. Este es otro ejemplo de que con «tiza y con carbón» se enfrentó, ni más ni menos, al país que ya era potencia, EE.UU. y su representante Braden. Perón con sus tres presidencias logró un impacto en la conciencia del pueblo argentino, señaló un camino, auguró un destino.
El problema Argentino dentro de sus muchas aristas tiene en este punto la herida que infecciona y nos urge desterrar. Nos referimos al cipayismo. A esta actitud mercenaria tenemos que enfrentarla de una sola manera, con acciones místicas, con acciones de bonanza, de buenaventura sabiendo que el bien existe, y que con sacrificio y disciplina lo podemos cultivar.
Pero nadie vaya a pensar que la acción mística es una acción graciosa, cómoda y facilista. Por el contrario, para que algo valga, de pronto, cuesta y paradójicamente y sin pretender un tonto juego de palabras aquello que nos cuesta lo valoramos. Aquellas cosas que nos ha costado mucho conseguir tienen un valor especial, tienen un valor sustantivo, tienen un algo de atracción irresistible.
Sabemos muy bien que cuando algo nos ha costado hemos obtenido algo mucho más importante que ese objeto de deseo. Sabemos así que hemos logrado la convicción que podemos concretar en la realidad cosas que tienen un gran valor en el mundo de la autoestima, un sentido de realización más allá de ciertas circunstancias.
Las acciones místicas están cargadas de un profundo poder liberador, de un profundo poder de convicción y nos señala un bosquejo de un mundo mejor que inexorablemente vendrá. Cada vez que realizamos una acción que está cargada de fe, de trascendencia y de misticismo es un paso adelante que estamos dando hacia un mundo más perfecto, más completo, hacia el mundo de nuestra realización interior.
La mística no tiene nada que ver con realizaciones pomposas o con reconocimientos públicos. A veces, un pensamiento en la intimidad de nuestra soledad está cargado de tanto misticismo como ciertos hechos detonantes que fueron señalados por la historia. Cuando realizamos algo para que los demás nos valoren, para que los demás nos aprecien o reconozcan, estamos traicionando el sentido de la mística, estamos haciendo un ejercicio que tiene más que ver con el mercantilismo emocional, buscando ser reconocidos.
Estamos, actuando de este modo, más cerca de una acción egocéntrica que altruista. Las acciones altruistas, místicas, tienen que ver con el silencio. A veces tienen que darse a conocer como ejemplo para inspirar a otros a seguir estas conductas. Estos hechos altruistas y místicos, estos hechos particulares trascienden y son reconocidos, vistos, apreciados y relatados por otros, insistimos, para que puedan servir de estímulo a más acciones de esta característica como si fuera una reacción en cadena.
Pero si intentamos ser reconocidos por nuestras acciones, por nuestros pensamientos y de ese modo erigirnos como único ejemplo para otros, convertirnos en falsos profetas o parecer maestros en la vida de los demás, podemos decir ya que hemos fracasado en la empresa y que estamos transitando el camino del egoísmo y no el camino del bien, que estamos transitando el camino de la miseria y no de la gloria.
La mística tiene mucho que ver con el silencio en la acción positiva. Generalmente la acción mística es hecha desde el silencio, desde la trinchera, desde la soledad, desde el espíritu de sacrificio, desde la abnegación de la cual nace y desde donde se proyecta para el bien de todos. Así, una persona sumamente humilde y sumergida en una aparente vulgaridad puede ser en realidad un santo, puede ser un gran maestro, ser realmente un generador de acciones místicas, y desde los infinitos hilos invisibles de la vida puede estar sosteniendo, desde la bondad y la mística, a muchas otras personas que aparentemente tienen un destino material inmejorable.
La mística esencialmente esta impregnada de religiosidad, de ideales. Está presente en aquellos que no son en apariencia religiosos. Un verdadero artista, un pensador, todo individuo que de una u otra manera busca la trascendencia a través de una obra, de un gesto, a través de una pintura, de una composición musical, de una escultura, a través de un pensamiento etc., lo que está buscando no es más que la comunicación con el Creador, la comunicación con el Espíritu, con el mundo interior, con el verdadero “YO SOY”, o como cada uno quiera llamarlo. No importa como se llame, es la búsqueda de la trascendencia, es la búsqueda de los valores sublimes de la humanidad, de ese mundo espiritual que tarde o temprano va a ser una realidad para todos.

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