jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 3 - Reflexiones sobre educación y cultura


Reflexiones sobre educación y cultura:...............39
Reflexiones sobre el bien y el mal:......................42
El Ser Nacional:................................................44
Cultura y Educación: Los Cipayos:....................47

Reflexiones sobre educación y cultura

Para reforzar un poco el concepto de educación y cultura nos preguntamos: ¿qué educación tuvo Evita?, ¿a cuántas universidades concurrió?, ¿cuántos libros leyó o interpretó?. Que quede bien claro que no estamos contra la educación universitaria y mucho menos de la lectura pero, sí, queremos encuadrar su historia dentro de los sucesos que dependen del hecho cultural.
Si el hecho cultural no existe, el hecho educacional puede ser bueno o malo según la intencionalidad que la educación nos dé. Concretamente, Evita tenía cultura, la cultura de la solidaridad, tenía sensibilidad por las injusticias pues las había padecido. Por eso se caracteriza por el deseo profundo, irrestricto, e incondicional de que en la medida de sus posibilidades combatiría la injusticia.
Fijémonos con que sabiduría apostando a los que más necesitan, apostando a aquellos con los que tenía que hacerse presente con un hecho de solidaridad, con un hecho de fraternidad, con los grasitas, con los descamisados, con los que menos tienen. Fijémonos también cuál fue el resultado de esta historia. Los que más la necesitaron, los peronistas, los grasitas, los descamisados, los justicialistas le erigieron un altar en su interior y no hubo revolución libertadora que valga, ni libros quemados, ni estatuas destrozadas. Nada de eso les alcanzó para borrarla de la memoria del pueblo, ni siquiera los vejámenes a los que sometieron su cuerpo inerte, sumados a múltiples acciones arteras en su contra. Por el contrario, con el paso del tiempo su figura se fue acrecentando y hasta fue abrazada su causa por aquellos que no comulgaban con la idea justicialista.
La respuesta a todo esto está en que Evita tenía cultura. Tenía cultura de argentinidad, de nacionalidad, de fraternidad, tenía la cultura de apoyar a los necesitados, la cultura de arremeter contra las injusticias. Pero lo hacia de una manera práctica, porque el hecho exclamativo es una parte del cambio, de la revolución, la otra parte, la fundamental es llevarlo a la práctica, es como dice la Madre Teresa de Calcuta, “Dar hasta que duela, brindarnos hasta que duela”. Esto es lo que Evita hizo. La recompensa no buscada por ella fue y es ser bandera de una causa Argentina y universal, ser el referente fiel de los humildes y desposeídos, ser un gran ideal que la Argentina siguió, y que sigue vigente en la memoria activa y viva de un pensamiento, de una pasión. Es la jefa espiritual del Movimiento Nacional Justicialista porque todo peronista así la siente y así lo determina.
Él fenómeno Evita fue, esencialmente, un hecho cultural. Tal vez aquellos que la atacaron, los que quisieron borrar su memoria, muchos de ellos fueron colonizados por la educación universitaria. Quizá “cumplían” con reglas de buenas costumbres, y por eso se decían educados. Vista desde hoy la historia transcurrida sería muy duro calificarlos, aunque de eso ya se encargó el pueblo, ya los calificó la gente y Evita los trascendió, los pisoteó, no por imperio de ella misma sino por la supremacía de los ideales que abrazó, ideales de fraternidad con los cuales se brindó a su pueblo. Este es el ejemplo que mejor podemos exponer para puntualizar la diferencia entre educación y cultura.
Ahora también tenemos que decir que no estamos haciendo un blanco o negro, un River o Boca, un bueno o malo entre educación y cultura. Queremos decir que la cultura es total y abarcativa como ya lo hemos señalado y que la educación tiene que estar impregnada de cultura.
La educación no puede estar divorciada de nuestras raíces, la educación no puede estar separada del hecho solidario, no puede ignorar el esfuerzo físico, la educación no puede desconocer el hecho empírico, no puede estar de ninguna manera ajena a la tradición. Es importantísimo que tengamos educación pero educación nacional, educación de la mano de la ética, de los valores morales, de la religión, de la filosofía y del pensamiento elevado. En síntesis, educación de la mano de la cultura, no de la mano del utilitarismo, del pragmatismo o del materialismo, porque esto es lo que marca en definitiva la diferencia entre educación correcta o educación cipaya.
Recordemos el ejemplo de Evita, de cómo a veces sin educación formal se puede tener mucha cultura, o como señalan nuestros mayores, sabiduría del corazón, como la savia que nutre la fronda de los árboles. Por supuesto que a lo que tenemos que aspirar es a profundizar, a proyectar lo más que podamos el hecho cultural, a intentar que la educación constituya una herramienta de la cultura y que la educación llegue a todos los lugares de nuestro país al margen de sí se puede pagar o no una cuota de escuela privada. Pero que ésta educación sirva para liberar las miserias del hombre, sirva para poner en un plano de igualdad a nuestros hermanos, sirva para hacer del hecho solidario un hecho continuo, un hecho común, un hecho cotidiano, no para implementar valores materialistas, mercantilistas y de consumo y que poco tienen que ver con la gente.
Reflexiones sobre el bien y el mal
Deberíamos tener conciencia que el bien común y los logros del conjunto son el único camino cierto para lograr el bien individual y las concreciones personales. Aquello, tan sabiamente expresado por Juan Domingo Perón que ningún individuo se realiza en una comunidad que no se realiza a si misma, es un hecho absolutamente real. Debemos aprender que múltiples e infinitos son los lazos de unión que el hombre posee con el hombre, con sus semejantes, con la humanidad, aun y a pesar de lo aparentemente distinto de nuestro ropaje exterior y de las diferentes razas, a pesar de las distintas expresiones étnicas, esencialmente, el hombre es el mismo en su verdadera naturaleza.
En la medida que vivamos compenetrados del hecho que si lastimamos nos lastimamos, si herimos, nos herimos, si ayudamos nos ayudamos, si sembramos verdad nos realizamos, otra perspectiva nos aguarda, otra perspectiva le aguarda a la humanidad, un mejor horizonte se vislumbra en el futuro. De lo contrario, si neciamente insistimos en la empresa individual, si apostamos solamente a la corta mirada del egoísmo, las desventuras y las calamidades reinaran en nuestro futuro.
Pero de una u otra manera las luchas del bien y del mal están constantemente presentes en la historia de la humanidad y la opción de qué camino seguir siempre estará latente, casi como una fatalidad, día tras día, hora tras hora, acción tras acción, pensamiento tras pensamiento. Es en este punto donde debemos insistir, donde nos gusta insistir con nuestro pensamiento, ya que las batallas comienzan a librarse en este terreno, y es aquí, en el sutil campo del pensamiento, en el mundo de las imágenes, donde comienza la lucha, donde comienzan las opciones. Posteriormente la acción se reflejará como una sombra material, hija de este mundo de luz y color que es el mundo del pensamiento.
Nuestro libre albedrío es un hecho que nos puede conducir hacia lo más sublime. Es, casi diríamos, una piedra en el zapato y cómo hacemos uso del libre albedrío es un desafío constante que los hombres tenemos. Volviendo al tema del bien y del mal queremos dejar asentada cual es nuestra posición, cual es nuestro criterio. El bien existe y debemos seguirlo. Si el bien existe el mal también existe y debemos combatirlo tenazmente. Debemos combatirlo no buscando al malo entre comillas ni creando chivos expiatorios. Debemos combatir el mal dentro de nosotros mismos o como diría Evita combatir al oligarca que todos tenemos dentro. En primera instancia debemos combatir el mal dentro de nosotros mismos en la forma más concreta, en nuestro egoísmo, en nuestras torpezas, en nuestra mezquindad, apostando a la verdad, desterrando la ira y la envidia.
Existen quienes molestos por los pensamientos simples afirmaron que el bien y el mal no existen y que todo lo que el hombre hace es bien, que todo es lo mismo y que el bien y el mal es un invento de una religión fanática. Esta afirmación no resiste el mas sencillo análisis. El bien existe y hay que seguirlo. El mal hay que desterrarlo y combatirlo, esencialmente mirando a nuestro interior y la herramienta fundamental para combatir el mal es la introspección.
Debemos construir los momentos de introspección, que es la mirada hacia adentro, que es el análisis continuo y vigilante de nuestras conductas, obsesivamente vigilante hasta del más minucioso reflejo porque de la introspección va a surgir la disciplina y de la disciplina va a surgir la liberación con la idea rectora de servir al otro. Hay que combatir desmesuradamente, hay que combatir incondicionalmente al egoísmo pero recordemos que la única manera de saber qué camino estamos eligiendo es la introspección. Si nosotros no abrazamos, no hacemos un ejercicio constante de introspección no vamos a tener conciencia en qué vereda estamos transitando.
El Ser Nacional
Como nos gusta dar ejemplos diremos que en el verano del 2001 se calcula que unos tres millones de Argentinos veranearon fuera del país. Dentro de estas personas están las que tienen familiares en el exterior y aprovechan la oportunidad para viajar, o también los que lo hacen por otras razones. Pero casi todos o la gran mayoría lo hace porque carecen del hecho cultural. Si todos sabemos que nuestro país atraviesa por severas dificultades económicas y queremos dejar en manos de un gobierno de un signo político o de otro, los cambios, las mejoras y las revoluciones sociales estamos totalmente equivocados.
Si analizamos profundamente la historia de los pueblos observaremos que los cambios los hicieron los pueblos y que sólo los pueblos salvaron a los pueblos y que en el devenir inexorable de la historia comprobamos que los gobiernos son instrumentos de la voluntad popular pero no los hacedores directos de los cambios, de las revoluciones y de toda mejora. Si tuviésemos verdadera cultura, esos tres millones de Argentinos hubieran veraneado en nuestro país lo que hubiese producido un rédito de dos mil millones de dólares invertidos en Argentina. Con el producto de ese dinero muchos connacionales podrían alimentarse, podrían vivir dignamente, y hasta habría una reactivación importante en nuestra economía.
Pero al margen de estas consideraciones y sin pretender atacar a otros pueblos, pensamos que los Argentinos tendríamos que vacacionar en nuestro país. Por otro lado nuestro país es continente y como siempre se dice, tiene todos los climas, y lugares. Posee nieve, cerros, cordilleras, llanura, montañas, ríos, mar y todo lo que muy bien sabemos ostenta nuestro territorio. De allí pensamos que lo que proyecta a esa migración turística no es más ni menos que una falta de cultura, una falta de solidaridad.
Lo cierto es que Punta del Este vive de las inversiones Argentinas, por eso insistimos: si tuviéramos cultura haríamos una apuesta por el consumo y la inversión nacional y si la inmensa mayoría, estos tres millones, veranearían en la Argentina, muchísimos chicos no pasarían hambre, muchas familias estarían mejor y se beneficiarían de algún modo los más necesitados. Pero pareciera ser que esto no les interesa, los tiene sin cuidado.
Cierta educación extranjerizante hicieron carne, cierto cipayismo disfrazado de educación, de buenos modales, se convirtieron en intereses antinacionales, porque ha nadie escapa que si cada hombre, cada Argentino, veranease, apostase a su país, paradojalmente, mientras disfruta de su descanso, mientras satisface sus necesidades de divertimento, estaría produciendo un hecho solidario. Pero no lo desean hacer y ponen su dinero en países que compiten con el nuestro. Por ejemplo Punta del Este es un competidor directo de Mar del Plata. Habrá que verlo más como a un enemigo comercial que como un amigo, como un aliado. Pongamos el dinero en Miramar, en Necochea, en Gesell o en cualquier otra parte de nuestro territorio, pero no en Punta del Este, tampoco en Miami, o Brasil.
La verdad es que el hecho cultural está muy lejos de convertirse o plasmarse en un acto consciente de Argentinidad. Mal señalamos refiriéndonos a la actitud de otros pueblos que afianzaron sus economías apostando a su país, tales como “el milagro Alemán”, o “el milagro Japonés”, que no fueron milagros, fue esfuerzo, coherencia y disciplina, que por lo visto esos tres millones que dejaron su dinero en otros países no la tienen ni por asomo. También pensamos que muchos de los que se quedan, lo hacen porque no tienen la posibilidad de irse, como así también existen quienes pudiendo irse prefieren apostar a su país, conocer su terruño porque es muy difícil amar lo que no se conoce y el que conozca Argentina definitivamente va a amarla.
El amor a la Patria tiene que ver con los ideales, es un hecho que trasciende lo material, aunque también es necesario y correcto conocer su geografía, su historia, su gente, su tradición y su cultura. Pero, ¡cómo vamos a conocer lo nuestro, si hasta se prefiere a través de este mundo globalizado realizar viajes virtuales por Internet, consumir música foránea y hasta hay quienes ensalzan cierta “educación” extranjerizante! No seamos hipócritas, y preguntémonos si realmente queremos a nuestra Patria.
¿Qué pasaría si hiciéramos un gesto solidario con nuestro país? Si por ejemplo comprásemos productos nacionales. Es algo que está al alcance de todos, no hace falta una gran inversión, sólo un gesto. Hasta los gobernantes cuando sugieren esto lo hacen desde una actitud política con la única intencionalidad de captar un voto como un pretendido acto revolucionario, no como un hecho concreto de educación y de cultura esencial.
El peronismo si lo hizo. En su primera, segunda y tercera presidencia Juan Domingo Perón dio un empuje muy profundo a todo lo que significaba nuestro país y la Argentinidad, por eso las ideas sublimes de Nacionalidad y Patriotismo siguen vívidas de la mano del Movimiento Nacional Justicialista.
Nosotros, como pueblo y herederos de la doctrina del General Juan Domingo Perón proclamamos que no todo está perdido y retomamos la posta. Vamos a educar a nuestros hijos para que apuesten al país, vamos a compartir con nuestros vecinos esta idea de reconocer nuestra grandeza. Al decir esto, nos referimos también a las personas que tal vez por su simpleza pasan desapercibidas, pero que actúan con nobleza, hidalguía y con verdadera pasión Argentina.
Cultura y educación
Los cipayos
Una vez más intentando profundizar en el concepto y en las diferencias entre educación y cultura podríamos brindar un ejemplo que pueda volcar un poquito más de luz sobre este tema. Recordemos la India sojuzgada e invadida por el Imperio Británico. Recordemos cómo sus regimientos de naturales Hindúes que obedecían al ejercito Británico eran denominados Cipayos. Esta designación fue tan fuerte que aún perdura la palabra Cipayo en el uso y costumbre cotidiana. Se la aplica a todo aquel que reniega de su origen y costumbres, aquel que sirve a intereses foráneos y traiciona a su Patria, aquel que tiene una actitud servil a favor de los poderosos y en contra de los de su propia índole.
Entonces en este caso debemos decir que el cipayo fue educado en contra de su propia cultura India. Sin duda así fue. Recordemos que en la India se asentaron una serie de colegios Británicos que comenzaron sistemáticamente la captación de alumnos Indios a través de métodos de enseñanza dirigidos a tal fin.
El cipayo fue educado para actuar en contra de su propia cultura y religión hindú. Paradójicamente Rudyard Kipling que habiendo sido educado en la cultura Británica y aún siendo soldado Inglés descubre la profunda cultura Hindú y decide abrazar esta cultura milenaria, esta cultura generada y transmitida por los antiguos Rishis, los Yoghis. Se dedicó con intensidad al estudio de los Vedas a saber, los cuatro libros más antiguos de la humanidad escritos en el idioma considerado más antiguo del hombre y más cargado de espiritualidad que es el Sánscrito.
Cuando decimos que el cipayo fue educado en contra de su propia cultura y de su propia Nación estamos diciendo ni más ni menos que fue educado en contra de su propia tradición, de sus propios hábitos, de su propia gente, de sus propios padres y de sus hermanos. Sobre todo fue educado en contra del deseo profundo e inalienable que tiene todo pueblo de ser libre y de adoptar con autodeterminación su propio destino, su propio futuro. Tengamos presente que la independencia de la India se concretó en 1947. Pero volviendo al tema, el cipayo fue educado en contra de su propia tez, de sus propias tradiciones y hábitos. Así que cuando hablamos de educación no tenemos que hablar tan ligeramente, porque la educación es una herramienta peligrosa en manos de cualquiera que la manipule con algún oscuro propósito. A veces vemos con tristeza algunas personas que llegan a ejercer la docencia no por vocación sino por necesidad, o por que fracasaron en otra carrera y pueden al menos llevar el pan a su casa ejerciendo esta noble tarea, pero sin percibir concientemente las consecuencias que forjan con sus actos.
En realidad un pueblo que quiere ser grande, libre y soberano tiene que jerarquizar sobre manera sus docentes. Esta insigne actividad estaría entre las dos o tres profesiones de elite, sustantivamente importante por cuanto van a manipular la voluntad para sembrar ideales, van a generar impresiones positivas, para tratar de darle alas al espíritu, y afianzar la creatividad, el arte, la disciplina. Es muy grande la tarea del docente, por eso es que tendríamos que hacer un replanteo total de esta vocación que jamás puede ser una profesión. Debe ser siempre una vocación. En cuanto el docente comience a convertirse en un profesional el espíritu va a quedar apresado en una jaula. La docencia tiene que ser esencialmente vocacional. Esto no implica que no se prepare, que abrace técnicas que favorezcan su propio desarrollo y como consecuencia sus alumnos se beneficien. Tampoco quiere decir esto que se vea obligado a ganar migajas. Por el contrario el Estado tiene que proveerlo de los mejores elementos para que pueda llegar al corazón de los alumnos y sembrar educación en pos de la cultura nacional, en pos de ideales. Pero recordemos que no podemos colocar el carro delante del caballo. La docencia debe ser un sentimiento vocacional. Mientras el docente no puede ganar lo que merece, mientras no pueda tener el merecido reconocimiento, y mientras la sociedad transcurra envuelta en una crisis sin fin, a partir de aquí debe esgrimir su verdadera estirpe, sus verdaderas dotes de creador y ponerse al servicio de los demás, porque no está manipulando clavos ni tornillos sino que está moldeando niños y jóvenes. De una mala influencia pueden venir errores muy grandes en esos niños y jóvenes que en el futuro serán hombres y que seguramente tendrán responsabilidades familiares, sociales y comunales.
La educación es tan fuerte que puede generar justamente esto: divorciar al hombre de sus propias raíces, de su propia cultura. Lo vemos concretamente con el ejemplo de los cipayos.
La cultura tiene un aliado fundamental que es el orden natural. Por ejemplo el orden natural de un oriundo de Corrientes es escuchar el chamamé, lo mismo pasa con el Santiagueño y su gusto por las chacareras, zambas, más al sur los nativos escuchan milongas y en la ciudad porteña preferentemente el tango. Esto no niega la posibilidad de abrirnos a nuevas expectativas y nuevas búsquedas para ampliar nuestra calidad respecto de la música u otras artes. Pero como dice una canción popular es muy difícil valorar culturas ajenas si no valoramos la que nos es propia. ¿Cómo podríamos respetar al otro, valorar al otro si desconocemos quiénes somos?.
Aquí vuelve a surgir el hecho importante de la educación. Nos educan para que estemos divorciados de nuestras raíces. Es muy difícil comprender o dar una explicación de por qué ciertos padres escuchan con tanta pasión y con profunda cultura nuestra música, cargada, no sólo de una emotividad singular, sino también de la sabiduría que nos es propia al ser música del pueblo. Decíamos que no es comprensible porqué sus hijos consumen música expresada en un idioma que no comprenden y que al oírlas dejan muchas de ellas ver su pobre calidad artística, como si realmente no importara el destinatario del mensaje, con el agravante de que muchas de éstas cuando conocemos su contenido nos desayunamos con que son canciones que degradan valores tan importantes como la responsabilidad, la fraternidad y los valores intrínsecos que cualquier sociedad tiene para lograr su identidad. Además no es casual como estos grupos son una aproximación a este castigo que padecen los jóvenes y que es el infierno en la tierra: el mundo de la droga.
Tendríamos que ver si cuando se hacen campañas para prevenir la drogadicción, no se está haciendo apología de la droga. Deberíamos saber quiénes son realmente los apóstoles que van a orientar y a salvar a nuestros niños, jóvenes y a nuestra sociedad del flagelo de la droga y quiénes, camuflados, se infiltran para regar su siniestro doble mensaje de dolor y muerte.
Además tenemos que ver en que medida cierta música, y ciertos lugares no son en realidad ni más ni menos que agencias de propagación y expendio de este veneno social.
La cultura posee un socio inseparable, un referente ineludible: la tradición. La tradición viene de la mano de nuestros mayores, de nuestros ancianos, de nuestros abuelos. Al respecto queremos reflexionar que los pueblos que desoyen el mandato de sus mayores, de sus prohombres, de sus héroes, están condenados a transitar el duro camino del fracaso material y del ostracismo espiritual. El lenguaje de nuestros mayores es el de la tradición y la tradición es fuente de inspiración de la cultura. Sin tradición el hecho cultural es incompleto, es imperfecto, no se realiza ni se concreta, en síntesis no tiene posibilidad de existir.
Abracemos nuestra tradición que entregándonos a nuestras tradiciones nos entregamos al más profundo hecho cultural, al hecho que nos permite realizarnos a nosotros mismos, y esencialmente, a nuestra comunidad.

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