jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 4 - Hacia la Propia Cultura


Hacia la Propia Cultura

Es un error pensar que otros van a solucionar nuestros problemas como Nación. También es un error pensar que desde el gobierno se van a poder encontrar las soluciones para nuestros problemas de identidad.
Tendríamos que decir que los gobiernos pueden facilitar este trabajo o lo pueden dificultar, según su capacidad. Esto nos obliga a realizar un ejercicio de conciencia y comprender que el problema de la Argentina solo lo solucionan los Argentinos, aunque esta conciencia parece no estar presente.
La realidad Europea o de otros países poderosos es distinta ya que sus habitantes pueden disfrutar sus vacaciones en el lugar del mundo que prefieran. Esto es posible porque sus países tienen un alto índice de realización, realización que han conseguido seguramente porque privilegiaron sus productos, sus industrias y esencialmente su identidad como Nación. Aquí está la clave de lo que decimos: el tema pasa por la autoestima.
Cuando estos tres millones de Argentinos van de vacaciones al exterior en medio de una crisis tan severa, es porque o la crisis no es tan severa o porque poco le importa el país, o tal vez es porque estamos en un estado de anarquía moral y ética tan grande que ningún sector quiere dar los primeros pasos para la recuperación nacional para conformar un proyecto de Nación grande o un plan que proyecte a la Argentina hacia el mundo para que podamos aportar a la humanidad, nuestras más elevadas características, nuestra conciencia y nuestra propia realización.
Cuando expresamos el ejemplo evidentemente no vamos a suscribir todo el problema Argentino ni la solución del mismo a si estos tres millones de Argentinos veraneen o no en nuestro país. Lo tomamos como un termómetro, como una señal, como una muestra.
Con los productos nos sucede algo parecido. No hace mucho algunos políticos nos decían “compre trabajo Argentino”, es decir que comprando productos Argentinos, productos nacionales, estábamos posibilitando que mejorara la economía interna y por ende ayudábamos a la disminución del desempleo, ya que en las coordenadas sociales el problema sustancial radica en la desocupación existente.
Con esta actitud hacia lo nuestro, de concretarse, daríamos una solución a la falta de trabajo y por supuesto, un sustancial apoyo a la industria nacional, con lo cual mejorarían las condiciones del país.
De todos modos lo que avizoramos es un importante desorden. Este desorden tiene mucho que ver con lo dicho anteriormente: el problema es la educación y la cultura. Tenemos una educación cimentada en la mirada hacia el exterior, más precisamente mirando a Europa y EE.UU. trabajando muy poco en lo que significa un proyecto serio de Argentinidad, por nuestra propia cultura de Argentinos para así poder realizar ejercicios, prácticas, acciones concretas para que nuestra Nación siga adelante y se consolide como tal.
Lo de los tres millones de Argentinos que veranearon en el exterior es un ejemplo claro con el que bien podemos hacer un paralelismo con los productos argentinos, a los cuales sabemos que debemos mejorar. Pero ¿cómo hacerlo si no existe un fluido comercial? Es decir, vender para que de ese modo se pueda desarrollar la industria con el consecuente mejoramiento del producto final, y así lograr un producto óptimo que permita competir con productos de importación, que por otra parte no siempre superan la calidad de los nuestros.
Otro ejemplo que se nos ocurre presentar es la música, concretamente el Tango.
Sabemos que existen lugares donde se cultiva esta música con gran éxito. Esos lugares no están precisamente en nuestro país. Pareciera ser que el tango, tiene un valor sustancial en otras sociedades que lo reconocen mientras que para nosotros no es más que una anécdota costumbrista. Pero pensemos que esto ha sido alimentado por una importante masa periodística, formada por seudos periodistas que consciente o inconscientemente sirven más a intereses contrarios a la Argentina que al reconocimiento de que sólo nosotros somos responsables de nuestro destino y que sin esa conciencia nos convertimos en cipayos. Lo más irónico es que algunos son solamente oficiosos de tales intereses.
Volvemos a insistir en el valor de la educación informativa, y la educación atravesada por la cultura. Una, sólo aporta elementos válidos para el discernimiento, mientras que la otra aporta valores fundamentales de concientización, de la identidad que le es propia a toda sociedad y en particular a los individuos que la conforman.
Los comentarios realizados por estos “agentes de la mala educación” que tratan al mensaje refiriéndose al tango y también a otras expresiones de nuestra cultura de manera peyorativa, no son inocentes. Al contrario persiguen un fin determinado, un fin, que está cimentado en la transculturación con fines económicos y la destrucción de la identidad nacional. Paradójicamente, otras sociedades destacan el valor cultural y representativo del tango ya que es un gran contenedor popular que preserva la historia del país de modo simple pero con una contundente verdad.
Por supuesto que esto nos lleva a preguntarnos, ¿argentinos, qué nos pasa?, ¿cuál es el sentimiento que nos abarca?, ¿qué nos hace descreer de nosotros mismos?, ¿Por qué no tomamos conciencia de nuestro acervo cultural, de nuestras potencialidades?. Esa toma de conciencia posibilitaría cimentar nuestra autoestima que nos permita reconocernos, fortalecernos y afianzar nuestra identidad. ¿Qué oscuras razones nos impiden transitar por los caminos de la realización, del encuentro más que del desencuentro?, ese desencuentro, el que nos hace pensar que lo nuestro es peor, que es inferior a lo que viene “globalizado”, y que nos induce a buscar aparentes soluciones en otras latitudes.
Pensamos que hay un sentimiento, un pensamiento muy profundo que es el pensamiento de la armonía. Si nacimos en estas latitudes, si tenemos nuestros ascendientes, nuestras tradiciones, nuestro acervo cultural, es para que profundicemos y desarrollemos estos valores. Por supuesto que tenemos que estar abiertos a otras expresiones culturales, abiertos a otras idiosincrasias sin que por ello, ese gesto nos vuelva genuflexos y detractores de nuestras propias raíces. Sin ninguna restricción, con normalidad insolente nos invaden expresiones musicales que cuentan con la anuencia de los antes mencionados difusores serviles de los interese foráneos, y que, sistemáticamente, asaltan nuestras radios y distintos medios masivos de comunicación con finalidad comercial, mercantil y utilitarista.
Para que nuestros valores, presentes en nuestra historia, cobren fuerza, urge cambiar el proyecto educativo. Para que el proyecto educativo tal como dijimos anteriormente apueste a lo cultural, a lo argentino, no debe apostar a la imitación de formulas extranjeras o lo que es peor, a prepararnos para ser enemigos de nuestra propia historia.
Tenemos nuestra propia realización, tenemos nuestra propia carga cultural, nuestro propio y genuino destino. Para comparar el destino de la naciones tendríamos que decir lo siguiente: “así como no existe un hombre igual a otro, podemos aseverar que un pueblo no es igual a otro”.
¿Quién podría aseverar con plena certeza que un hombre es más importante que otro? Sin duda, nadie. Diríamos que todo hombre tiene por delante potencialmente en su formación, en sí mismo, en su libre albedrío, lo que significa la realización, ser dueños de sus desventuras y de sus certidumbres. En síntesis, de la mano del libre albedrío y de las decisiones que cada uno tome se va a construir un futuro que puede ser, bueno, malo o mediocre.
Así como ocurre en la vida de un individuo, así ocurre en el desarrollo de un pueblo. Un pueblo está constituido por la suma de sus individuos. Si un hombre no es igual a otro, nadie puede acertar a decir que un pueblo es mejor que otro. Esto nos permite afirmar que si no hay un pueblo mejor que otro, tampoco hay un pueblo inferior a otro.
Al reflexionar de esta manera lo que queremos decir es que, tal vez intelectualmente no manejamos ciertos conceptos, pero en la práctica se ha devastado por boca de falsos profetas el ser argentino. Nos referimos a los profetas de la anti-argentinidad, los mismos que atacaron al federalismo, al peronismo, al radicalismo de Irigoyen, los mismos que trataron de mancillar la memoria de nuestros próceres. Es común escuchar en ciertos círculos de intelectuales que nuestros próceres no están a la estatura real que se dice tuvieron en la historia. ¡No!, afirman algunos estúpidos, San Martín «no cruzó Los Andes a lomo de caballo, lo hizo en camilla». Si esto es verdad tiene un mérito mayor aún ya que superó los problemas de salud que otros tal vez hubiesen puesto por delante para no acometer con tamaña empresa.
Pero no nos vamos a detener en este ejemplo, aunque si todos sabemos a quién nos referimos cuando lo mencionamos.
Para nosotros no es casual que esto ocurra. Sabemos, creemos con justa razón, que esto obedece a un plan bien orquestado que encuentra seguidores oficiosos como ya lo hemos expresado. Y ¿cuál es el plan? se preguntarán. Es muy claro, si a un pueblo se le denigran sus próceres, se les desacreditan sus prohombres, se le ridiculiza su historia, es como cuando a un chico se le destruye su figura paterna, tendrá, seguro, problemas muy serios por la destrucción de su norte, de su rumbo, de sus parámetros sociales, espirituales y políticos.
Desarrollo y Auto-estima
Los Argentinos debemos saber que somos portadores de una rica historia, merecedora del más profundo respeto. Para generar esa conciencia en nuestro pueblo, no solamente en los jóvenes y niños, sino en cada Argentino, desde los medios de educación, difusión o cualquier espacio de divulgación es necesario comenzar a tejer esa fina red que salga al encuentro de los oficiosos agentes de la anti-argentinidad, para decir la verdad, verdad que ellos a sabiendas desvirtúan.
Desde los medios de difusión manejados por argentinos debemos crear medios educacionales para que todos estos conceptos lleguen a los demás con la claridad necesaria. Todos sabemos que los medios han tenido un desarrollo tecnológico desmesurado en relación con la práctica de la lectura. La alternativa visual y sonora ha captado a las personas en general, es aquí donde nosotros nos preguntamos: ¿a quién o a qué intereses responden esos medios, cuando ligeramente se “analiza” la historia, y se “difunde” la vida de un prócer?, o en cualquier caso, cuando esbozan cualquier criterio con el único afán de destruir a nuestros prohombres y nuestros valores.
Por esto nuevamente reiteramos la importancia que tiene crear una educación que trascienda las aulas escolares y que desde los medios de difusión gane los rincones del país ejerza con responsabilidad la concientización Argentina. Nuestra historia no necesita de ningún maquillaje para enaltecer la imagen de nuestros hombres.
Creemos que actualmente no hay una educación en las escuelas que apunte con firmeza a rescatar los hechos donde abrevar para fortalecer nuestro presente y desarrollar nuestro ser nacional.
Las naciones desarrolladas no sólo han hecho un trabajo hacia afuera sino que han construido una trama hacia adentro, para elevar la autoestima primero, para luego, ganada la confianza, afianzar la identidad del país. ¿Cómo podemos ejemplificar este concepto? Por ejemplo Alemania tiene a Mercedes Benz, BMW, Japón, Suzuki, Mazda, EE.UU. Ford, Chevrolet. Nosotros ¿por qué no podemos tener nuestra propia industria automotriz, nuestros propios satélites de comunicación, para manejar nuestra propia información?. Debemos cimentar nuestros científicos y generar a través de la ciencia beneficios humanitarios que trasciendan inclusive nuestras fronteras. No queremos ser mejores que nadie, pero tampoco menos que ninguno.
Tengamos nuestro particular lugar en el cosmos, porque ese es el designio de Dios. Si la Argentina no lo hace habrá fracasado. Porque así como existen personas fracasadas por falta de voluntad, o por falta de decisión para lograr las acciones correctas también decimos que está el hombre que lucha y trabaja por enriquecer su destino. Pues bien, si hay hombres exitosos o fracasados, también hay naciones que triunfan o fracasan según sigan uno u otro destino.
Pero también es cierto que si una persona puede revertir su “destino desfavorable”, una Nación puede cambiar también su rumbo. Decía Juan Domingo Perón: “Trabajar para tener una Patria Justa, Libre y Soberana”, para que de ese modo se pueda lograr independencia económica y alcanzar la justicia social de la mano de la solidaridad, y con estos elementos lograr potestad política.
Queremos detenernos aquí para preguntarnos: Un país en las condiciones actuales, ¿puede tener soberanía política si tiene dependencia económica? La respuesta, creemos, está a simple vista. ¡No!, es imposible; ningún país que tenga dependencia económica, puede aspirar a tener independencia política, es decir, no existen actitudes políticas soberanas si hay dependencia económica.
Estas verdades no se dicen. Sabemos que es una contundente realidad. Tenemos que fomentar nuestra industria nacional. No solamente la industria sino también nuestros bienes nacionales. Esta determinación incluye el agro, nuestra productora de materia prima. Si le prestamos atención a este presente, tenemos para el futuro la gran oportunidad de crear materia prima que la humanidad está necesitando, ahora. Además tenemos una gran parte de ese dos o cuatro por ciento de agua que dispone nuestro planeta a nuestra disposición. Pensamos que lo que nos falta, quizá, es lo más importante: tomar conciencia de los pasos que como sociedad y como pueblo debemos dar.
Insistimos en decir: “Es muy difícil tener, independencia política, si se tiene dependencia económica”, entonces hay que buscar independencia económica que nos va a permitir tomar decisiones políticas soberanas.
Mientras que esto no ocurra, y más allá del color del gobierno que asuma “el poder”, se va a ver forzado a responder a las imposiciones del exterior. Pretender desoír las exigencias del exterior, como puede ser el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc.; implicaría entrar en un aislamiento con el consiguiente caos social, económico y político prácticamente en horas.
Por otro lado acceder a todas las demandas de los organismos Internacionales sin un plan real de salvataje nacional ideado por los argentinos es realmente temerario e impropio.
Pensemos que estos organismos que responden a sus propios intereses, no nos van a facilitar el desarrollo de nuestras industrias. Las terminales automotrices no nos van a permitir crecer porque si lo hicieran perderían un cliente, y ganarían un potencial competidor en el mercado mundial. Las demás corporaciones actúan bajo el mismo criterio. En política y economía internacional no existen los amigos, tampoco los enemigos. Sí existen los adversarios que están más cerca de ser considerados enemigos que amigos. Para decirlo de otra manera, existen intereses impostergables.
El interés es aliado de la conveniencia. A estos países les conviene que continuemos en las condiciones de sometimiento económico en el que estamos actualmente, contando, entre otras cosas, con el aporte de algunos periodistas cipayos, sirvientes incondicionales de los grandes medios de difusión. Haciendo la salvedad de lo que ya dijimos anteriormente, que la educación es la llave de la liberación, podemos afirmar que de la mano del desarrollo de nuestra propia cultura nacional podremos afrontar esta controvertida realidad donde nos bombardean con mensajes derrotistas con la única intención de ultrajar nuestra identidad.
Entendámoslo de una vez. Los extranjeros no van a favorecer nuestro despegue. Tenemos que hacerlo nosotros mismos. Esta responsabilidad no la estamos ejerciendo aún.
Para aquellos que intentamos estar alertas no es algo nuevo, ya lo advertimos hace mucho tiempo. Allí, alrededor del año 1985, con un grupo de amigos abríamos las “Escuelas Martín Fierro”, con la modesta finalidad, pero inquebrantable determinación, de tratar de aportar a lo cultural más allá de las coordenadas superfluas de una educación que no nos enseña del valor de la autoestima, que no nos enseña la importancia que tienen nuestros métodos, nuestras decisiones, ni la importancia de ejercer con sabiduría nuestro libre albedrío.
Insistimos, mientras no trabajemos para la libertad política y la independencia económica, no podremos autofinanciar nuestros propios proyectos. Mientras no tengamos la llave de nuestra caja fuerte y seamos dueños de los bienes materiales que dispongamos dentro de la misma, mientras nosotros no demos este paso, no obtendremos independencia económica y, estaremos siempre sujetos a los designios del exterior.
La única manera de construir una economía nacional fuerte será con desarrollo industrial, con desarrollo agrícola-ganadero, siendo nosotros generadores de materia prima, propiciando los avances científicos, generando, además pautas culturales propias, que sin duda nos van a llevar a reafirmar nuestra identidad nacional, nuestro ser Argentino, nuestro ser nacional. Sumemos a este proceso de manera casi fundamental el desarrollo de una educación puesta al servicio de nuestra cultura. Es lo único que nos puede salvar, lo demás, y menos por generación espontánea, no va a suceder.
La educación y las pautas culturales, deben apuntar a generar en nuestros jóvenes reflejos de solidaridad, de hermandad y a actos positivos, ése es el camino. Pero junto a estos sentimientos tenemos que desarrollar la sana intención de que nuestros jóvenes busquen las posibilidades de convertirse en los industriales, los ganaderos, los empresarios o comerciantes del futuro, no inhibirlos y si apoyarlos.
Que aprendan a disfrutar de lo que ellos puedan generar y que sepan también que para construir un imperio económico tendrán que trabajar mucho, habrá mucho de sacrificio, pero si sabemos transmitir la idea habrá en el esfuerzo también un gozo al realizarlo.
Otro aprendizaje que debemos hacer conocer a los que se sitúen en el campo empresarial, y que se sumen a la voluntad del crecimiento, es que van a poder disfrutar de una parte de lo que produzcan, solo de una parte, ya que la mayoría debe destinarse a la reinversión en el país, para generar una nueva industria que pueda desarrollar un proyecto de Nación con una economía fuerte, como merece tener nuestra Argentina.
El equilibrio justo no existe, y así como un individuo está en una etapa creciendo y a la siguiente decreciendo y constantemente vive inmerso en un proceso, de y hacía, lo mismo ocurre con la vida de las naciones. Debemos analizar desde esta perspectiva, el proyecto de hacía dónde vamos nosotros hoy, con una industria desmantelada, con la ciencia desestructurada, con las universidades preparando universitarios para luego casi impulsarlos a que se vayan al exterior.
También, a resultas de este “perverso proyecto del anti-proyecto” es frecuente ver un profundo pesimismo, una incontrastable falta de ánimo. Aquí está nuestro peor enemigo. Debemos revertirlo desde la educación, con la formación de valores, con ética, apretando los dientes haciendo un análisis profundo de nuestro errores y de nuestras virtudes, y por sobre todas las cosas, apostando a nosotros mismos, apostando al de “al lado” porque es argentino, apostando, al fin, a nuestra cultura.
No queremos que se nos confunda el mensaje, pero cuando un empresario, o un empleador cualquiera tiene la posibilidad de dar trabajo, debería priorizar al trabajador argentino, no por un sentimiento xenófobo hacia otras personas, sino porque nosotros estamos inmersos en una construcción social y política que debe priorizar lo nuestro. A partir de nuestra propia grandeza podremos entonces albergar o tutelar a quien lo necesite.
Para nuestro pueblo que sabe de solidaridades hacia otros pueblos hermanos no es algo desconocido. A lo largo de la historia hemos dado mucho de lo que nosotros teníamos. Latinoamérica y parte de Europa saben de la generosidad del pueblo Argentino. Muchos recordarán al peronismo llevando a cabo una acción solidaria e integradora con nuestros hermanos del mundo. Tenemos que lograr una conciencia social para que el Estado y los legisladores promulguen leyes donde se proteja y se beneficie el empleo de argentinos. Porque en caso contrario caemos en el absurdo de dar trabajo a personas que una vez mejorada su situación regresa a su país llevándose lo poco o mucho que haya acumulado sin que jamás se haya integrado culturalmente a nuestro país. Por lo tanto no solamente «no vota», sino que tampoco forma parte de la comunidad que busca el progreso. En cierto modo utilizó oportunidades que nosotros necesitamos capitalizar para nuestro desarrollo.
Estas reflexiones no tienen que ver como ya lo dijimos con una actitud discriminatoria, surge del sentido común. Los políticos Argentinos deberían estar atentos a estas cosas porque en definitiva son elegidos por sus conciudadanos y, porque además nos vamos a referenciar con nuestros connacionales por un problema de sentido común, de orden natural, y por un hecho práctico de proyección hacía el futuro.
Entonces todas estas cosas habría que ordenarlas, sistematizarlas. Deberíamos cambiar los planes de educación para generar también una conciencia en los medios de difusión para que resalten los valores nacionales, en todo el campo cultural, en los deportes, en las ciencias, en nuestros premios noveles, en los autores reconocidos en el mundo de la cultura y de las artes en general. Debemos interesar a los jóvenes y niños sobre la vida de nuestros héroes, concretar una difusión amplia, completa y verídica de nuestra historia Argentina. Debemos difundir el pensamiento vivo de San Martín, de Rosas, de Manuel Belgrano, el pensamiento vivo de nuestros próceres más cercanos, de Juan Domingo Perón, de Eva Perón, etc., y de tantos héroes anónimos que construyeron la argentinidad y que por imperio de ejercicios propagandísticos de otras latitudes, se ven desde hace mucho tiempo desvalorizados.
Volvamos a apostar a nosotros mismos, a edificar la autoestima como pueblo. Esto no se consigue de la noche a la mañana, es algo muy complejo. Pero en la medida que se deseé y este deseo se haga carne en cada Argentino el milagro estará al alcance de la mano.
Dentro de este contexto cobra significado los tres millones de Argentinos que van a veranear a otros países, que si, por el contrario, lo hicieran aquí, generarían un circuito financiero interno, que produciría más empleo. En lugar de comprar productos extranjeros, en la medida de lo posible deberíamos adquirir productos Argentinos. En lugar de difundir una idea pesimista, derrotista o sin salida, debemos crear circunstancias que contribuyan al desarrollo de nuestra propia confianza, reconocer los valores de nuestra propia música, de nuestra cultura, y de todas nuestras expresiones artísticas. También debemos crear las bases para tener nuestra propia industria y lograr nuestro propio poder económico a partir de hacer todo lo necesario para innovar, para afianzar nuestra identidad y futuro.
Si nosotros cambiáramos todo esto y comenzáramos a mirar a nuestro propio país en el turismo, a nuestra propia música en lo que hace a descubrir las profundidades y los valores que esta tiene, si viésemos a nuestros propios artistas, si crearíamos nuestras propias producciones de novelas, películas, e impulsáramos nuestro teatro, dándoles un tinte mucho más atrevido y ambicioso para proyectarlas como alguna vez fue a toda Latinoamérica y a todo el mundo hispano parlante, podríamos así asentar nuestra propia industria referida a los hechos culturales que nos darían ante el mundo una identidad fundamental.
Estamos convencidos que si hacemos esto, otra Argentina comienza a nacer, comienza a crecer. Pero sino tomamos conciencia del cambio que tenemos que hacer en nuestras pautas educacionales y no ponemos la información al servicio de la educación, este cambio será difícil de lograr.
Se dice que un samurai para lograr éxito, desechaba de su mente toda información que no tuviera que ver con el combate, con la disciplina, con la abnegación, con la superación del dolor, con vencer y triunfar a cualquier precio, aún a costa del valor más sagrado que brindaba el samurai que era el de dar su propia vida en combate. Toda información que no servía para esto, la desechaba. Solo acumulaba en su mente información que estaba seleccionada a través de la formación, de la cultura. A través de la cultura definía qué era lo útil para el logro de su objetivo: ser un guerrero sin parangón, ser imbatible en la pelea, para así infringir temor a sus enemigos.
Bien, nosotros debemos intentar construir esa idea. Si vamos a abrazar el mundo de la industria, generemos una industria Argentina, si vamos a componer una canción, ambicionemos sin miedo que sea la mejor canción, si vamos a elaborar tortas o pizzas que sean las mejores, y coronemos estos productos con nuestros colores. Pongámosle la bandera Argentina, coloquémosle el escudo Argentino e inscribamos el “Made in Argentina”, aun cuando creamos que se lo vamos a vender a un solo individuo.
La mente vigila la mente. Si comenzáramos a soñar, a apostar a favor de nosotros y de nuestro futuro, todo lo deseado será posible.

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