jueves, 27 de septiembre de 2012

Introducción


Introducción

Con inmensa satisfacción vimos nacer, vimos imprimir “Doctrina y Militancia” que intenta humildemente ser un gesto de gratitud y de amor insobornable hacia quienes nos dieron todo de sí y marcaron a fuego cada uno de nuestros pasos. Desde nuestra apasionada y temprana juventud, a la clara firmeza de esta inquieta actualidad, Juan Domingo Perón y Eva Perón, fueron y seguirán siendo para nosotros ese gesto de comprensión y calidez, de estímulo y de pasión que cada militante guarda como un tesoro en lo más profundo de su corazón.
Honramos su memoria pero no desde el pasado sino desde el vigor y la vigencia de sus grandes ideales. Buscamos también honrar la memoria de nuestros héroes y mártires quienes con su contundente ejemplo nos muestran que el peronismo no se declama sino que se realiza cueste lo que cueste.
Hoy, como un paso más, respiramos con serenas expectativas “Mística para un destino”, que, como “Doctrina y Militancia”, tiene que ver con un sueño, con un ideal, con la concreción de ideas volcadas al papel que intentan transmitir gratitud y compromiso a los caídos por la causa del Movimiento Nacional Justicialista. Simplemente queremos dar testimonio de un Peronismo que ésta vivo, de un ideal Justicialista que consideramos vigente. Quisimos también marcar con testimonios la profunda convicción de que el peronismo es el camino, es la herramienta popular, la única, para el logro de los objetivos de justicia y de grandeza. Esta fue la idea motivadora que nos impulsó, y también porqué no decirlo, ante tanta mediocridad manejada o tanta confusión adrede expresada y manipulada por los grandes medios de comunicación.
Muy pocas calles de nuestro país llevan el nombre de Juan Manuel de Rosas, por ejemplo, de Lucio Mansilla, el General que capitaneó La Vuelta de Obligado, que herido por el fuego enemigo dio todo de sí por la victoria Argentina junto a una gran cantidad de héroes, de paisanos, que cargaron contra la flota anglo-francesa.¡Que vigencia la de este combate! Porque luego, con el pasar de los años, estalla la guerra de Malvinas donde una vez más Argentina combate para intentar recuperar parte del territorio usurpado por gran Bretaña. Estos héroes Argentinos, los que con sus vidas nos otorgaron cada metro del territorio donde en la actualidad ondea nuestra bandera con dignidad, no tienen quizá el reconocimiento que merecen dado la envergadura de su entrega. Ellos también son la savia de la que se nutre el Movimiento Nacional Justicialista.
Tuvimos el anhelo, tuvimos la ilusión de que a través de “Doctrina y Militancia” lleguemos a nuestros compañeros de camino, y, sobre todas las cosas, tuvimos el profundo anhelo, la profunda ilusión de dejar un testimonio para los que algún día alcen las banderas que heredamos de nuestros mayores y con la ansiada victoria como realidad continúen leales al Pueblo, a la Patria, a Perón y a Evita. Quisimos dejar un testimonio de nuestras convicciones desde nuestra cotidianidad, convencidos que el peronismo es el principio, el desarrollo y la solución de los graves problemas que asolan la vida y el futuro de los argentinos. Tenemos una doctrina resueltamente humanista, concreta, que manifiesta tanta verdad que conociéndola encontraremos en ella las soluciones para nuestra República, para nuestra sociedad. Amarla acrecentará el sentimiento de Argentinidad y la Gloria de nuestra Patria.
No es momento de cuestionamientos. No hay tiempo para preguntar si tal o cual cosa es verdad o no. Al contrario, es momento de hacer, de actuar, de protagonizar. La vida no espera. Nadie puede bajarse de la tierra, nadie puede hacer un paréntesis y detener la historia, nadie puede quedar en suspensión inanimada esperando que la verdad revelada se haga presente en un cómodo sillón de living. Hay que salir a buscar la gloria, hay que conquistar el triunfo, salir con fe a transitar el camino trazado por el Movimiento Nacional Justicialista. No concebimos otro camino. Es una proyección de las ideas federales de Juan Manuel de Rosas, que a su vez también fue proyección del sentimiento de la Patria grande y libre que concibió el general José de San Martín. Por eso reafirmamos una vez más nuestra línea histórica San Martín, Rosas, Perón.
Con este trabajo, también ambicioso desde el punto de vista de la ilusión y de los ideales, tratamos de profundizar y de decir que a través de potenciar nuestras pautas culturales, íntimas y verdaderas, podemos llegar a concretar la Argentina grande que nuestros héroes y nuestros mártires soñaron.
No tenemos que dialogar indefinidamente, tenemos que concretar, consumar, tal como lo hicieron todos aquellos que venciendo las dificultades, trascendiendo las circunstancias adversas, construyeron sus propios destinos. Muchos de estos actores de la realidad no serán quizá tapa de revistas, ni habrá para ellos nota alguna en los canales de televisión pero por su entrega, por la envergadura de su sacrificio serán también, junto a nuestros héroes y mártires la sustancia y la esencia de nuestra Argentinidad.
Quienes recorran las zonas rurales del interior de nuestro país podrán comprobar que tan vigente están las pautas culturales de la Argentinidad. En cambio pareciera ser que esta disyuntiva, esta vieja antinomia de unitarios contra federales está presente, hoy más que nunca en las grandes urbes, en las grandes concentraciones poblacionales, donde reina el imperio de la estupidez y del shopping, que parecen ser una fuerte y permanente cachetada a nuestra identidad.
En cambio, en el interior, aquella pausa del medio día, aquel tomarse el tiempo para estrechar la mano del vecino, el saber hijo o nieto de quién es, donde la honestidad de la persona es aún un cheque en blanco para el que no se necesitan avales bancarios o tarjetas de créditos, donde todavía “fían” un bien material con un apretón de mano como única garantía, implica que una tabla de valores, un perfil permanecen todavía inalterables sin la contaminación de la modernidad.
Si la humanidad, no solo la Argentina, quiere retomar el camino de la armonía debe volver a la simpleza. Esto implica cambiar hábitos alimenticios, implica desacelerar el vértigo informativo, implica darle a cada cosa el valor que tiene. La super-abundancia de información nos ha animalizado, nos ha quitado la capacidad de poder profundizar el valor de una sola vida, el valor de un momento, de una alegría o de una angustia. La información debe tener una finalidad, tiene que promover el desarrollo humano, el desarrollo de valores que eleven nuestras condición y nuestra capacidad de vida.
El desmesurado caudal de información, como si fuera un hecho morboso y banal del mundo cosmopolita, le pega duro a las raíces de cada uno de los pueblos y nos sumerge en un vértigo donde nos animaliza, donde nos llena de indiferencia por el otro. La apuesta es abrazar lo universal desde el seno de nuestras propias raíces, desde la plena conciencia de quiénes somos y hacia dónde vamos. Tenemos que ser conscientes que debemos efectuar una apuesta muy grande a la realización, una apuesta muy grande al hecho positivo, al hecho que motive el desarrollo de nuestros valores para apostar esencialmente a la fe, a la organización expresada a través de la disciplina y el trabajo.
Tanto en nuestro primer trabajo, “Doctrina y Militancia” como en el actual “Mística para un destino” de ninguna manera intentamos expresar conceptos intelectuales novedosos. Más bien estamos anclados en algo si se quiere mucho más ambicioso que es despertar a ese gigante dormido que todo argentino tiene adentro evocando los conmovedores ejemplos de los héroes de nuestro Movimiento y de nuestra Nación. Pensamos en “Mística para un destino” y compartir emocionados ni más ni menos que un compromiso de vida ante los ataques que intentan impedir la concreción de los ideales que como pueblo poseemos. Partimos del desafío de construir un mundo mejor, una patria donde reine la solidaridad, la justicia social y los más altos valores, los más altos ideales del hombre. Lo vamos a hacer sin vacilaciones, desde el compromiso militante.
“Mística para un destino” es una inclinación respetuosa ante quienes todo lo dieron por la gloria del Movimiento. Insistimos, en “Mística para un destino”, pretendemos simplemente sumergirnos cada vez más en la gran causa, la causa del Movimiento Nacional Justicialista bajo la conducción eterna de Perón y de Evita, líderes amados de una epopeya que exige una página más.

Capitulo 2 -


Información:........................27
Educación:..........................29
Cultura:...............................32
Información
Vamos a intentar definir las diferencias que, consideramos existen, entre información, educación, y cultura. La información se puede explicar a simple vista, es el hecho, tal vez, más superfluo de la educación, porque tiene que ver con aquellos datos que podemos obtener a través de libros o de testimonios que nos son transmitidos, en la actualidad a través de la informática, las enciclopedias etc., etc. La información sin una direccionalidad es un hecho de por sí relativamente superfluo. Puede ser utilizado para el bien o para el mal, correcta o incorrectamente. Porque la información por sí misma no es más que eso, “información”, es decir, tener el “conocimiento” de cuál es la capital, o la geografía de un país o la composición física del espacio sideral. Intentando decir algo más profundo, por ejemplo, tener los conocimientos médicos para sanar a un enfermo... Ahora bien, ¿tenemos la educación y la cultura que nos permite saber porqué lo hacemos, si debemos hacerlo estrictamente para ganar dinero o porque constituye nuestra obligación? Es ahí donde se manifiesta la intencionalidad del hecho cultural, y es esa intencionalidad la que nosotros queremos reflejar. La información le permite a un médico saber cómo sanar a un paciente, pero los reflejos humanítarios los mama en la cotidianidad fraternal con que se entregue a sus iguales.
Pero es la educación quien debe dar las pautas de la intencionalidad, quien debe insistir a través de una serie de métodos para que ésta, de la mano de la formación y de la mano de la ética se convierta en cultura. Es decir que la educación es una serie de ejercicios, de actividades que van grabando en el individuo pautas de conducta. Cuando estas pautas de conductas están grabadas en la memoria subconsciente del individuo, de una colectividad, de un grupo étnico, o de un pueblo se convierte en cultura.
De manera que cultura es el conjunto de todos lo hábitos, de todos los actos reflejos, de todos los pensamientos conscientes y subconscientes que un individuo, un pueblo, un grupo étnico pueda llegar a tener. Reiterando, decimos que: “cultura, comprende desde el hábito alimenticio, la forma de relacionarnos con los demás, el aprovechar gozosamente nuestro tiempo libre, sumado a las conductas grupales, desde la simple complejidad de asistir a un estadio de fútbol, o ascender a un colectivo hasta la búsqueda de la trascendencia del hombre como entidad espiritual. Inclusive tiene que ver con una carga genética que traemos incorporada desde nuestro nacimiento, herencia de nuestros mayores”.
En síntesis, lo cultural todo lo abarca y no tiene que ver solamente con la erudición libresca ni tiene que ver solo con hechos que son de por sí relativamente importantes.
El hecho cultural va más allá de las pautas temporales, de las pautas de educación y mucho más aún, de la información.
Para expresar ejemplos más concretos es atinente observar la vida de ciertos pueblos, observar por ejemplo, cómo viven y trasmiten sus ceremonias religiosas, cómo pueden reconocer en esos hechos la transmisión cultural a través de las sucesivas generaciones que fueron nutriendo sus costumbres y a las que viven y recrean como algo propio, como algo que les pertenece.
En el altiplano por ejemplo, los jujeños, los bolivianos, celebran el carnaval de una manera muy distinta a como lo “festejan” en Río de Janeiro. Son pautas culturales diferentes. A unos les significa oriundamente una ceremonia casi religiosa, con connotaciones con “el más allá”, mientras que para el otro, y debido a la imperante sociedad de consumo se convierte prácticamente en un espectáculo que tiene más que ver con el divertimiento y con el aspecto comercial que con un hecho religioso o ceremonial. Por lo tanto: “cultura es el hecho concreto, total y abarcativo de los hábitos, usos y costumbres y la herencia genética que un individuo, un pueblo, o un grupo étnico posee”.
Educación
La educación tendría que estar al servicio de la cultura. Esto implica que para que la educación cumpla realmente con su función tiene que estar regida por pautas morales, con el por qué y el para qué acciona un individuo. Debería estar regida con la intencionalidad. Acá deviene esto que decíamos del ejercicio meramente informativo, «que me informa» cómo desarrollar tal o cuál cosa, cómo llegar a tal localidad, o conocer nuestra genealogía. Más aún, es algo que tiene más que ver con el intelecto, con la parte material del hecho cultural, de la comunicación y que carece de intencionalidad, carece del espíritu del porqué y él para qué.
Podemos decir que una persona puede estar muy bien informada, y no obstante no ser culta porque no sabe por qué o para qué tiene que usar esa información. No tiene conciencia del sentimiento grupal, no está inserto en una empresa cargada de ideales, carece de una intencionalidad sublime, de una intencionalidad altruista. Por esto consideramos que puede estar muy bien informada y no obstante ser culturalmente vacía, incompleta e imperfecta, hasta tonta y pueril.
La educación tiene que ser la herramienta de la cultura. A través de la educación tenemos que cimentar y completar aquellos hábitos positivos, aquellas conductas altruistas, fraternales que hemos heredado de nuestros mayores. Es por ésta razón que en otros trabajos, en otras conversaciones, hemos afirmado la importancia de comulgar con nuestros mayores, de comulgar con nuestras tradiciones. Acá esta el tema. Nosotros, por tradición comprendemos un hecho esencialmente cultural que trasciende lo informativo. A veces, la educación suele estar más a tono con la información que con el hecho cultural. Volvamos a explicarlo.
El hecho de educar una persona puede estar guiado a señalar, a apuntalar y a acrecentar los valores culturales. Por el contrario, también puede estar guiado y dirigido hacia eventos simplemente informativos. Podríamos decir que la educación es correcta completa y adecuada cuando apunta al hecho cultural, cuando revive nuestras costumbres y tradiciones y las proyecta hacia el futuro, hacia el bien común y hacia las cosas positivas. También en contrapartida podemos decir que la educación es incompleta, incorrecta, e inadecuada, cuando se detiene en el hecho informativo, cuando se detiene en el hecho superfluo que si bien nos sirve, si bien debemos saberlo, o conocerlo, es posterior, es relativo, no es de por sí trascendente si es que no tenemos la intencionalidad.
Anteriormente hemos dicho que en nuestras universidades se reciben muchos jóvenes que una vez graduados, brindan este conocimiento al mejor postor. Si bien reconocemos la profunda crisis laboral que atraviesa nuestro país, también quiere decir esto que hemos educado informando y no hemos, formado educando, no hemos educado culturalmente. Para nosotros la educación debe estar bajo el sabio yugo de la cultura que implica el imperativo que nuestro pueblo tiene que sobrevivir en el más completo y extenso sentido del término. Para que nuestro pueblo sobreviva, tiene que haber un respeto a nuestras tradiciones, un respeto a aquellas pautas de acciones culturales, a nuestra música, a nuestra lengua, a nuestros hábitos para poder así vernos de cara a la identidad. ¿Qué es la identidad sino el tener conciencia de nuestra cultura para poder acrecentarla, pulirla y mejorarla? Para lograrlo necesitamos que la educación esté subordinada al hecho cultural que es completo, abarcativo, que tiene que ver con la religión, la filosofía, y la tradición, con acciones destinadas hacia el bien común, proyectadas más allá del egoísmo que puedan tener las coordenadas del tiempo y del espacio.
Lo otro, lo informativo, tiene que ver con lo material, con el ganar y perder, con lo que “me conviene saber”. Es muy común decir sigamos tal o cual carrera porque tiene salida laboral. Sin duda debemos poner los pies sobre la tierra y pensar a futuro. De lo contrario, sin una salida laboral nos vamos a ver en un brete muy difícil de sortear. Pero también ¿qué ocurre con la manifestación espiritual, con la realización espiritual?, ¿qué hay de la vocación de servicio? y ¿qué pasa con los grandes desafíos de la humanidad? Si de pronto tenemos vocación por cualquiera de las artes, la poesía, la composición musical, o para escuchar a los demás, estas vocaciones no otorgan una salida laboral. Y ¿qué hacemos?, ¿nos dedicamos a fabricar enchufes?, de ese modo quizá tengamos trabajo, y podamos tal vez llevar algo de dinero a nuestra casa. También, posiblemente, esto no nos dé felicidad.
Es innegable que lo material lo necesitamos para vivir. Esto que indicamos no significa criticar desde una posición más o menos cómoda lo que todos hacemos a diario, es decir buscar y llevar el sustento a nuestra casa para subsistir. Pero no podemos manejar las pautas culturales por conveniencia, porque entonces no sería cultura, sería anticultura. No podemos decir que estas carreras van a tener salida laboral, no podemos acoplar el destino de los pueblos a aquello que nos parezca más propio para el beneficio material porque ejerceríamos la anticultura. Es por esto tal vez que la humanidad y nuestros pueblos en alguna ocasiones padezcan ciertas incertidumbres y sufran algunos problemas porque pretendemos elegir desde la conveniencia y la “seguridad” de lo material y no desde la realización o desde los ideales.
Fijémonos que el hecho cultural tiene que abrazar utopías, tiene que anhelar la mirada más profunda y perfecta porque si desde la cultura nos planteamos de qué vamos a vivir es porque estamos haciendo apología de la anticultura, estamos enseñando “que es lo que nos conviene”, estamos enseñando pragmatismo, utilitarismo que poco tiene que ver con la realización de los pueblos, y mucho menos con la fraternidad, con la nacionalidad, con la argentinidad y con los valores más sublimes de la humanidad.
Correspondería preguntarnos: ¿conviene estudiar?, ¿conviene «pulirnos»?, ¿conviene dedicar tiempo al espíritu?, ¿conviene realizar hechos altruistas?. Desde la mezquina mirada de la información es muy difícil contestarnos. Diríamos que no. Entonces, ¿qué nos conviene?, ¿acrecentar bienes y dejar todo aquello que es importante y sublime de lado? Si hacemos esa elección creemos que vamos a tener un destino miserable.
Cultura
Es imperioso apuntalar los hechos culturales que tienen más que ver con un ejercicio completo del desarrollo del individuo, con valores reales como la ética y la moral como valores sublimes del espíritu. En cuanto a la educación, si está anclada al servicio del individualismo y sólo se orienta a darnos elementos para poder subsistir económicamente y pone el acento en lo material y en el utilitarismo, su destino es el quiebre, el fracaso como modelo de vida social que no esta sostenido por el principio básico de la solidaridad. Vemos cómo unos resaltan por sobre otros y como buscamos diferenciarnos de los demás. Creemos que en muchos casos, en nuestra sociedad, la educación es negativa porque no apunta al hecho cultural sino al hecho informativo, apunta al egoísmo, apunta solapadamente a tomar una actitud egoísta “me salvo yo y nadie más”, “de los demás después veremos”, colocando de una manera superlativa el YO y despreciando “el todo”, “el nosotros”, “el ser plural”.
Por esto debemos hacer un viraje muy grande respecto de los criterios de educación y dirigir dichos criterios al servicio de la argentinidad, de la cultura. Es que aún en muchos estadios de la vida social Argentina, las personas continúan reflejando esa vieja antinomia, propia de nuestro país entre unitarios y federales. Podríamos afirmar que los que «mayor educación» tuvieron en este período de nuestra historia fueron los unitarios quienes se educaron teniendo como modelos óptimos a Inglaterra, Francia, a Europa en general, despreciando al dueño de la tierra, al aborigen, al mulato, despreciando también, por supuesto, al gaucho, y a todos aquellos que estaban construyendo ni más ni menos que la argentinidad, es decir, nuestra identidad. Un cabal ejemplo de lo dicho es Domingo Faustino Sarmiento, quien en cuanto a su pujanza, su voluntad, a su realización personal nos resulta respetable, pero en cuanto a sus ideales políticos, a su prédica que jerarquizaba otras culturas por sobre la nuestra, su explícito desprecio por el ser Argentino y su soberanía territorial nos obliga a estar en total desacuerdo con su acción y postulados.
Sí, en cambio, estamos en comunión con los ideales de Don Juan Manuel de Rosas, de Facundo Quiroga, del Chacho Peñalosa y de todos los caudillos que sí tenían cultura. Podemos citar un ejemplo práctico: Domingo Faustino Sarmiento tenía mucha “educación”, Julio Argentino Roca tenía “educación” pero ambos no tenían cultura. Cabe preguntarnos si era importante que tuvieran «educación». Reflexionamos y nos interrogamos si no es acaso la educación una herramienta eficacísima que utilizan los países poderosos para ejercer un fácil dominio sobre aquellos países más débiles y subvertir a través de la “educación” los valores genuinos de su cultura, de su Nación, y de ese modo carcomerle la sana rebeldía que suelen alentar sus jóvenes. El hecho cultural completo y abarcativo, implica guiar, conducir y afianzar el liderazgo que los jóvenes suelen tener, sus ganas de que reine la justicia, sus deseos de romper con pautas que separan a unos de otros, esa pujanza que drenan por querer abrazar ideales.
A veces desde algunas escuelas que ejercitan un criterio utilitarista y material en vez de fomentar y fortalecer esa búsqueda de la identidad, de los grandes ideales, limitan a sus jóvenes, aniquilan su búsqueda de justicia o como comúnmente se dice, los “castran”.
Muchos de nuestros caudillos no tenían educación europea, a Dios gracias, y sí tenían cultura nacional, cultura Argentina. Sentían la tradición y tenían conciencia de lo propio. La cultura tiene mucho que ver con la sabiduría, con lo que uno siente acorde a la manifestación de su interior y del espíritu. Por esa razón es que los caudillos sentían al paisano y al aborigen como a un hermano. No ocurría igual con aquellos que se habían educado de manera europeizada, a la Francesa, o a la Inglesa, ya que su actitud para con el aborigen, y con el propio gaucho fue despectiva. Lo consideraban seres de clase inferior a los que debían dominar, aplastarlos, utilizarlos en aquellos trabajos donde se requería de un gran esfuerzo físico como la construcción de ferrocarriles, las minas de carbón o minerales para terminar reduciéndolo a una condición de servidumbre, casi de esclavitud.
Para redondear decimos que este es uno de los ejemplos más claros donde se demuestra la diferencia entre educación y cultura.
Ahora bien, a la educación debemos darle parámetros de cultura, de trascendencia, parámetros de verdadera religión que enaltezca las actitudes altruistas, y en nuestro caso en particular, que desarrolle la verdadera argentinidad, la verdadera nacionalidad. Aquí es donde actúa la revolución que puso en marcha Juan Domingo Perón, y Eva Perón, origen del movimiento Nacional Justicialista. Decimos revolución porque instauró la cultura del trabajo, instauró cultura de argentinidad, hizo respirar de orgullo al Ser Argentino, colmó de escudos, de emblemas nacionales, de emblemas peronistas la vida social Argentina. En todo evento público lucía la bandera Argentina con su sol de guerra.
La desaparición del sol de guerra fue un invento de los gorilas. Creemos importante para que las nuevas generaciones conozcan la verdad, afirmar que nuestra bandera en plenitud mostraba en su centro el sol como el símbolo de guerra ¿porqué esgrimía tal emblema? Muy simple. Porque una Nación siempre está expectante para defenderse de los ataques potenciales de aquellos que pudiesen pretender limitarla para apropiarse de su economía y de su soberanía a través de distintas modalidades y de complejos ardides diplomáticos. Cuando el gobierno de Rosas, por ejemplo, esa “picardía diplomática” se instrumentó como la libre navegación de los ríos internos. La respuesta histórica impuesta en ese entonces se la reconoce hoy con el nombre del combate de la Vuelta de Obligado, en San Pedro. Se puede decir que fue la batalla de batallas librada por Lucio Mansilla. Luego con el advenimiento del Movimiento Nacional Justicialista el orgullo de ser Argentino, del ser Nacional se convirtió en una pauta cultural y se implementó desde la educación para que esta pauta fuera difundida por todos los colegios. Ante esta decisión del Gobierno Peronista aparecieron los gorilas declamando que esto era “castrante”.
Para nosotros “castrante” es ser entreguista, castrante es trabajar para el beneficio de países y de grupos del poder internacional contrarios al interés de nuestro pueblo. Eso es “castrante” y humillante. Lo demás es un hecho cultural, son los gestos claros y contundentes de pertenencia de los caudillos a favor del pueblo, son las acciones de Juan Manuel de Rosas, de Lucio Mansilla, de Perón, de Evita y de tantos otros.
Muchos dirigentes se educaron siguiendo las pautas inglesas y norteamericanas como ejemplo. Se jactan ellos de su formación sin darse cuenta que en Inglaterra o EE. UU. no le enseñarán que Bolivia, Paraguay o Argentina son grandes países, y que subyace en Latinoamérica una fuerza latente que está a la espera de su grandeza tal como lo soñó Perón, San Martín y otros caudillos de nuestra América del sur. Por el contrario, van a reforzar el mensaje de que somos un sub-mundo porque aquello de que somos sub-desarrollados no apunta simplemente al hecho económico social. Creemos que apunta a algo mucho más terrible que por supuesto se cuidan muy bien de no decirlo y es que nos consideran una sub-raza. Es la intencionalidad de “ellos” y que por supuesto no lo lograron ni lo van a lograr. Es allí donde volvemos a reafirmar el sol emblemático de nuestra bandera que pone en alerta a quien lo intente.
Por otra parte el hecho cultural del advenimiento del Movimiento Nacional Justicialista produjo el 17 de Octubre de 1945, no había una pauta en la educación o en la información de este posible acontecimiento. Pero surgió indetenible el movimiento popular más importantes de los últimos tiempos. Surgió porque había una corriente subterránea de comunicación entre el pueblo y los caudillos de las grandes causas nacionales y además, porque los ideales existen y buscan la luz de la realidad. Esta es la causal de aquel 17 de Octubre. También creemos que apareció un 17 de Octubre porque existieron caudillos de la talla de Don Juan Manuel de Rosas, de José de San Martín, de Manuel Belgrano, porque existieron tantos héroes es que estos pensamientos de libertad, esta búsqueda sublime de nacionalidad y de argentinidad, están latentes. A veces no se ven, no aparecen en la pantalla de TV. no están en los programas de mayor audiencia, no aparecen en la música extranjerizante, pero están, permanecen y se manifiestan en cada latir Argentino.
Cuando viajamos al interior, en nuestras provincias, también en el interior de la provincia de Buenos Aires, podemos ver a los paisanos, a los lugareños, que viven un hecho cultural que es por ejemplo no robar. Es común ver como dejan sus vehículos en marcha al descender. También es frecuente la actitud solidaria frente al que tuvo algún percance en el camino. Ahora bien, ¿por qué ocurren estás cosas? Es simple: porque existe la pauta cultural de la solidaridad. La educación sirve para saber dos o más idiomas, para conocer geográficamente una región, un país, para operar una computadora. Esto de por sí es importante si es utilizado para hacer el bien, pero puede ser negativo si es utilizado a título personal, para traicionar a los otros, para despreciar lo argentino, y así convertirse en un cipayo, en un entreguista. Muchas veces los hechos de traición y de cobardía se disfrazan de pragmatismo. También a estas actitudes miserables y perversas se las viste de levita, se las adorna según los dictámenes de la más costosa moda y se las aromatiza para disimular el olor nauseabundo de la falta de fraternidad, de la cobardía, de la traición y de la entrega.
En síntesis, entre unitarios y federales, entre peronismo y anti-peronismo podemos obtener la diferencia más importante entre educación y cultura. Se podría decir que más educados fueron los unitarios, pero quienes realmente tenían cultura fueron los federales. Podemos decir que en la historia de mediados del siglo anterior de nuestra Argentina los más educados fueron los anti-peronistas, los de la Revolución Libertadora. Pero los que indudablemente tenían cultura fueron los compañeros peronistas. Las consecuencias de todo esto saltan a la vista con el análisis más elemental de nuestra historia.


Capitulo 3 - Reflexiones sobre educación y cultura


Reflexiones sobre educación y cultura:...............39
Reflexiones sobre el bien y el mal:......................42
El Ser Nacional:................................................44
Cultura y Educación: Los Cipayos:....................47

Reflexiones sobre educación y cultura

Para reforzar un poco el concepto de educación y cultura nos preguntamos: ¿qué educación tuvo Evita?, ¿a cuántas universidades concurrió?, ¿cuántos libros leyó o interpretó?. Que quede bien claro que no estamos contra la educación universitaria y mucho menos de la lectura pero, sí, queremos encuadrar su historia dentro de los sucesos que dependen del hecho cultural.
Si el hecho cultural no existe, el hecho educacional puede ser bueno o malo según la intencionalidad que la educación nos dé. Concretamente, Evita tenía cultura, la cultura de la solidaridad, tenía sensibilidad por las injusticias pues las había padecido. Por eso se caracteriza por el deseo profundo, irrestricto, e incondicional de que en la medida de sus posibilidades combatiría la injusticia.
Fijémonos con que sabiduría apostando a los que más necesitan, apostando a aquellos con los que tenía que hacerse presente con un hecho de solidaridad, con un hecho de fraternidad, con los grasitas, con los descamisados, con los que menos tienen. Fijémonos también cuál fue el resultado de esta historia. Los que más la necesitaron, los peronistas, los grasitas, los descamisados, los justicialistas le erigieron un altar en su interior y no hubo revolución libertadora que valga, ni libros quemados, ni estatuas destrozadas. Nada de eso les alcanzó para borrarla de la memoria del pueblo, ni siquiera los vejámenes a los que sometieron su cuerpo inerte, sumados a múltiples acciones arteras en su contra. Por el contrario, con el paso del tiempo su figura se fue acrecentando y hasta fue abrazada su causa por aquellos que no comulgaban con la idea justicialista.
La respuesta a todo esto está en que Evita tenía cultura. Tenía cultura de argentinidad, de nacionalidad, de fraternidad, tenía la cultura de apoyar a los necesitados, la cultura de arremeter contra las injusticias. Pero lo hacia de una manera práctica, porque el hecho exclamativo es una parte del cambio, de la revolución, la otra parte, la fundamental es llevarlo a la práctica, es como dice la Madre Teresa de Calcuta, “Dar hasta que duela, brindarnos hasta que duela”. Esto es lo que Evita hizo. La recompensa no buscada por ella fue y es ser bandera de una causa Argentina y universal, ser el referente fiel de los humildes y desposeídos, ser un gran ideal que la Argentina siguió, y que sigue vigente en la memoria activa y viva de un pensamiento, de una pasión. Es la jefa espiritual del Movimiento Nacional Justicialista porque todo peronista así la siente y así lo determina.
Él fenómeno Evita fue, esencialmente, un hecho cultural. Tal vez aquellos que la atacaron, los que quisieron borrar su memoria, muchos de ellos fueron colonizados por la educación universitaria. Quizá “cumplían” con reglas de buenas costumbres, y por eso se decían educados. Vista desde hoy la historia transcurrida sería muy duro calificarlos, aunque de eso ya se encargó el pueblo, ya los calificó la gente y Evita los trascendió, los pisoteó, no por imperio de ella misma sino por la supremacía de los ideales que abrazó, ideales de fraternidad con los cuales se brindó a su pueblo. Este es el ejemplo que mejor podemos exponer para puntualizar la diferencia entre educación y cultura.
Ahora también tenemos que decir que no estamos haciendo un blanco o negro, un River o Boca, un bueno o malo entre educación y cultura. Queremos decir que la cultura es total y abarcativa como ya lo hemos señalado y que la educación tiene que estar impregnada de cultura.
La educación no puede estar divorciada de nuestras raíces, la educación no puede estar separada del hecho solidario, no puede ignorar el esfuerzo físico, la educación no puede desconocer el hecho empírico, no puede estar de ninguna manera ajena a la tradición. Es importantísimo que tengamos educación pero educación nacional, educación de la mano de la ética, de los valores morales, de la religión, de la filosofía y del pensamiento elevado. En síntesis, educación de la mano de la cultura, no de la mano del utilitarismo, del pragmatismo o del materialismo, porque esto es lo que marca en definitiva la diferencia entre educación correcta o educación cipaya.
Recordemos el ejemplo de Evita, de cómo a veces sin educación formal se puede tener mucha cultura, o como señalan nuestros mayores, sabiduría del corazón, como la savia que nutre la fronda de los árboles. Por supuesto que a lo que tenemos que aspirar es a profundizar, a proyectar lo más que podamos el hecho cultural, a intentar que la educación constituya una herramienta de la cultura y que la educación llegue a todos los lugares de nuestro país al margen de sí se puede pagar o no una cuota de escuela privada. Pero que ésta educación sirva para liberar las miserias del hombre, sirva para poner en un plano de igualdad a nuestros hermanos, sirva para hacer del hecho solidario un hecho continuo, un hecho común, un hecho cotidiano, no para implementar valores materialistas, mercantilistas y de consumo y que poco tienen que ver con la gente.
Reflexiones sobre el bien y el mal
Deberíamos tener conciencia que el bien común y los logros del conjunto son el único camino cierto para lograr el bien individual y las concreciones personales. Aquello, tan sabiamente expresado por Juan Domingo Perón que ningún individuo se realiza en una comunidad que no se realiza a si misma, es un hecho absolutamente real. Debemos aprender que múltiples e infinitos son los lazos de unión que el hombre posee con el hombre, con sus semejantes, con la humanidad, aun y a pesar de lo aparentemente distinto de nuestro ropaje exterior y de las diferentes razas, a pesar de las distintas expresiones étnicas, esencialmente, el hombre es el mismo en su verdadera naturaleza.
En la medida que vivamos compenetrados del hecho que si lastimamos nos lastimamos, si herimos, nos herimos, si ayudamos nos ayudamos, si sembramos verdad nos realizamos, otra perspectiva nos aguarda, otra perspectiva le aguarda a la humanidad, un mejor horizonte se vislumbra en el futuro. De lo contrario, si neciamente insistimos en la empresa individual, si apostamos solamente a la corta mirada del egoísmo, las desventuras y las calamidades reinaran en nuestro futuro.
Pero de una u otra manera las luchas del bien y del mal están constantemente presentes en la historia de la humanidad y la opción de qué camino seguir siempre estará latente, casi como una fatalidad, día tras día, hora tras hora, acción tras acción, pensamiento tras pensamiento. Es en este punto donde debemos insistir, donde nos gusta insistir con nuestro pensamiento, ya que las batallas comienzan a librarse en este terreno, y es aquí, en el sutil campo del pensamiento, en el mundo de las imágenes, donde comienza la lucha, donde comienzan las opciones. Posteriormente la acción se reflejará como una sombra material, hija de este mundo de luz y color que es el mundo del pensamiento.
Nuestro libre albedrío es un hecho que nos puede conducir hacia lo más sublime. Es, casi diríamos, una piedra en el zapato y cómo hacemos uso del libre albedrío es un desafío constante que los hombres tenemos. Volviendo al tema del bien y del mal queremos dejar asentada cual es nuestra posición, cual es nuestro criterio. El bien existe y debemos seguirlo. Si el bien existe el mal también existe y debemos combatirlo tenazmente. Debemos combatirlo no buscando al malo entre comillas ni creando chivos expiatorios. Debemos combatir el mal dentro de nosotros mismos o como diría Evita combatir al oligarca que todos tenemos dentro. En primera instancia debemos combatir el mal dentro de nosotros mismos en la forma más concreta, en nuestro egoísmo, en nuestras torpezas, en nuestra mezquindad, apostando a la verdad, desterrando la ira y la envidia.
Existen quienes molestos por los pensamientos simples afirmaron que el bien y el mal no existen y que todo lo que el hombre hace es bien, que todo es lo mismo y que el bien y el mal es un invento de una religión fanática. Esta afirmación no resiste el mas sencillo análisis. El bien existe y hay que seguirlo. El mal hay que desterrarlo y combatirlo, esencialmente mirando a nuestro interior y la herramienta fundamental para combatir el mal es la introspección.
Debemos construir los momentos de introspección, que es la mirada hacia adentro, que es el análisis continuo y vigilante de nuestras conductas, obsesivamente vigilante hasta del más minucioso reflejo porque de la introspección va a surgir la disciplina y de la disciplina va a surgir la liberación con la idea rectora de servir al otro. Hay que combatir desmesuradamente, hay que combatir incondicionalmente al egoísmo pero recordemos que la única manera de saber qué camino estamos eligiendo es la introspección. Si nosotros no abrazamos, no hacemos un ejercicio constante de introspección no vamos a tener conciencia en qué vereda estamos transitando.
El Ser Nacional
Como nos gusta dar ejemplos diremos que en el verano del 2001 se calcula que unos tres millones de Argentinos veranearon fuera del país. Dentro de estas personas están las que tienen familiares en el exterior y aprovechan la oportunidad para viajar, o también los que lo hacen por otras razones. Pero casi todos o la gran mayoría lo hace porque carecen del hecho cultural. Si todos sabemos que nuestro país atraviesa por severas dificultades económicas y queremos dejar en manos de un gobierno de un signo político o de otro, los cambios, las mejoras y las revoluciones sociales estamos totalmente equivocados.
Si analizamos profundamente la historia de los pueblos observaremos que los cambios los hicieron los pueblos y que sólo los pueblos salvaron a los pueblos y que en el devenir inexorable de la historia comprobamos que los gobiernos son instrumentos de la voluntad popular pero no los hacedores directos de los cambios, de las revoluciones y de toda mejora. Si tuviésemos verdadera cultura, esos tres millones de Argentinos hubieran veraneado en nuestro país lo que hubiese producido un rédito de dos mil millones de dólares invertidos en Argentina. Con el producto de ese dinero muchos connacionales podrían alimentarse, podrían vivir dignamente, y hasta habría una reactivación importante en nuestra economía.
Pero al margen de estas consideraciones y sin pretender atacar a otros pueblos, pensamos que los Argentinos tendríamos que vacacionar en nuestro país. Por otro lado nuestro país es continente y como siempre se dice, tiene todos los climas, y lugares. Posee nieve, cerros, cordilleras, llanura, montañas, ríos, mar y todo lo que muy bien sabemos ostenta nuestro territorio. De allí pensamos que lo que proyecta a esa migración turística no es más ni menos que una falta de cultura, una falta de solidaridad.
Lo cierto es que Punta del Este vive de las inversiones Argentinas, por eso insistimos: si tuviéramos cultura haríamos una apuesta por el consumo y la inversión nacional y si la inmensa mayoría, estos tres millones, veranearían en la Argentina, muchísimos chicos no pasarían hambre, muchas familias estarían mejor y se beneficiarían de algún modo los más necesitados. Pero pareciera ser que esto no les interesa, los tiene sin cuidado.
Cierta educación extranjerizante hicieron carne, cierto cipayismo disfrazado de educación, de buenos modales, se convirtieron en intereses antinacionales, porque ha nadie escapa que si cada hombre, cada Argentino, veranease, apostase a su país, paradojalmente, mientras disfruta de su descanso, mientras satisface sus necesidades de divertimento, estaría produciendo un hecho solidario. Pero no lo desean hacer y ponen su dinero en países que compiten con el nuestro. Por ejemplo Punta del Este es un competidor directo de Mar del Plata. Habrá que verlo más como a un enemigo comercial que como un amigo, como un aliado. Pongamos el dinero en Miramar, en Necochea, en Gesell o en cualquier otra parte de nuestro territorio, pero no en Punta del Este, tampoco en Miami, o Brasil.
La verdad es que el hecho cultural está muy lejos de convertirse o plasmarse en un acto consciente de Argentinidad. Mal señalamos refiriéndonos a la actitud de otros pueblos que afianzaron sus economías apostando a su país, tales como “el milagro Alemán”, o “el milagro Japonés”, que no fueron milagros, fue esfuerzo, coherencia y disciplina, que por lo visto esos tres millones que dejaron su dinero en otros países no la tienen ni por asomo. También pensamos que muchos de los que se quedan, lo hacen porque no tienen la posibilidad de irse, como así también existen quienes pudiendo irse prefieren apostar a su país, conocer su terruño porque es muy difícil amar lo que no se conoce y el que conozca Argentina definitivamente va a amarla.
El amor a la Patria tiene que ver con los ideales, es un hecho que trasciende lo material, aunque también es necesario y correcto conocer su geografía, su historia, su gente, su tradición y su cultura. Pero, ¡cómo vamos a conocer lo nuestro, si hasta se prefiere a través de este mundo globalizado realizar viajes virtuales por Internet, consumir música foránea y hasta hay quienes ensalzan cierta “educación” extranjerizante! No seamos hipócritas, y preguntémonos si realmente queremos a nuestra Patria.
¿Qué pasaría si hiciéramos un gesto solidario con nuestro país? Si por ejemplo comprásemos productos nacionales. Es algo que está al alcance de todos, no hace falta una gran inversión, sólo un gesto. Hasta los gobernantes cuando sugieren esto lo hacen desde una actitud política con la única intencionalidad de captar un voto como un pretendido acto revolucionario, no como un hecho concreto de educación y de cultura esencial.
El peronismo si lo hizo. En su primera, segunda y tercera presidencia Juan Domingo Perón dio un empuje muy profundo a todo lo que significaba nuestro país y la Argentinidad, por eso las ideas sublimes de Nacionalidad y Patriotismo siguen vívidas de la mano del Movimiento Nacional Justicialista.
Nosotros, como pueblo y herederos de la doctrina del General Juan Domingo Perón proclamamos que no todo está perdido y retomamos la posta. Vamos a educar a nuestros hijos para que apuesten al país, vamos a compartir con nuestros vecinos esta idea de reconocer nuestra grandeza. Al decir esto, nos referimos también a las personas que tal vez por su simpleza pasan desapercibidas, pero que actúan con nobleza, hidalguía y con verdadera pasión Argentina.
Cultura y educación
Los cipayos
Una vez más intentando profundizar en el concepto y en las diferencias entre educación y cultura podríamos brindar un ejemplo que pueda volcar un poquito más de luz sobre este tema. Recordemos la India sojuzgada e invadida por el Imperio Británico. Recordemos cómo sus regimientos de naturales Hindúes que obedecían al ejercito Británico eran denominados Cipayos. Esta designación fue tan fuerte que aún perdura la palabra Cipayo en el uso y costumbre cotidiana. Se la aplica a todo aquel que reniega de su origen y costumbres, aquel que sirve a intereses foráneos y traiciona a su Patria, aquel que tiene una actitud servil a favor de los poderosos y en contra de los de su propia índole.
Entonces en este caso debemos decir que el cipayo fue educado en contra de su propia cultura India. Sin duda así fue. Recordemos que en la India se asentaron una serie de colegios Británicos que comenzaron sistemáticamente la captación de alumnos Indios a través de métodos de enseñanza dirigidos a tal fin.
El cipayo fue educado para actuar en contra de su propia cultura y religión hindú. Paradójicamente Rudyard Kipling que habiendo sido educado en la cultura Británica y aún siendo soldado Inglés descubre la profunda cultura Hindú y decide abrazar esta cultura milenaria, esta cultura generada y transmitida por los antiguos Rishis, los Yoghis. Se dedicó con intensidad al estudio de los Vedas a saber, los cuatro libros más antiguos de la humanidad escritos en el idioma considerado más antiguo del hombre y más cargado de espiritualidad que es el Sánscrito.
Cuando decimos que el cipayo fue educado en contra de su propia cultura y de su propia Nación estamos diciendo ni más ni menos que fue educado en contra de su propia tradición, de sus propios hábitos, de su propia gente, de sus propios padres y de sus hermanos. Sobre todo fue educado en contra del deseo profundo e inalienable que tiene todo pueblo de ser libre y de adoptar con autodeterminación su propio destino, su propio futuro. Tengamos presente que la independencia de la India se concretó en 1947. Pero volviendo al tema, el cipayo fue educado en contra de su propia tez, de sus propias tradiciones y hábitos. Así que cuando hablamos de educación no tenemos que hablar tan ligeramente, porque la educación es una herramienta peligrosa en manos de cualquiera que la manipule con algún oscuro propósito. A veces vemos con tristeza algunas personas que llegan a ejercer la docencia no por vocación sino por necesidad, o por que fracasaron en otra carrera y pueden al menos llevar el pan a su casa ejerciendo esta noble tarea, pero sin percibir concientemente las consecuencias que forjan con sus actos.
En realidad un pueblo que quiere ser grande, libre y soberano tiene que jerarquizar sobre manera sus docentes. Esta insigne actividad estaría entre las dos o tres profesiones de elite, sustantivamente importante por cuanto van a manipular la voluntad para sembrar ideales, van a generar impresiones positivas, para tratar de darle alas al espíritu, y afianzar la creatividad, el arte, la disciplina. Es muy grande la tarea del docente, por eso es que tendríamos que hacer un replanteo total de esta vocación que jamás puede ser una profesión. Debe ser siempre una vocación. En cuanto el docente comience a convertirse en un profesional el espíritu va a quedar apresado en una jaula. La docencia tiene que ser esencialmente vocacional. Esto no implica que no se prepare, que abrace técnicas que favorezcan su propio desarrollo y como consecuencia sus alumnos se beneficien. Tampoco quiere decir esto que se vea obligado a ganar migajas. Por el contrario el Estado tiene que proveerlo de los mejores elementos para que pueda llegar al corazón de los alumnos y sembrar educación en pos de la cultura nacional, en pos de ideales. Pero recordemos que no podemos colocar el carro delante del caballo. La docencia debe ser un sentimiento vocacional. Mientras el docente no puede ganar lo que merece, mientras no pueda tener el merecido reconocimiento, y mientras la sociedad transcurra envuelta en una crisis sin fin, a partir de aquí debe esgrimir su verdadera estirpe, sus verdaderas dotes de creador y ponerse al servicio de los demás, porque no está manipulando clavos ni tornillos sino que está moldeando niños y jóvenes. De una mala influencia pueden venir errores muy grandes en esos niños y jóvenes que en el futuro serán hombres y que seguramente tendrán responsabilidades familiares, sociales y comunales.
La educación es tan fuerte que puede generar justamente esto: divorciar al hombre de sus propias raíces, de su propia cultura. Lo vemos concretamente con el ejemplo de los cipayos.
La cultura tiene un aliado fundamental que es el orden natural. Por ejemplo el orden natural de un oriundo de Corrientes es escuchar el chamamé, lo mismo pasa con el Santiagueño y su gusto por las chacareras, zambas, más al sur los nativos escuchan milongas y en la ciudad porteña preferentemente el tango. Esto no niega la posibilidad de abrirnos a nuevas expectativas y nuevas búsquedas para ampliar nuestra calidad respecto de la música u otras artes. Pero como dice una canción popular es muy difícil valorar culturas ajenas si no valoramos la que nos es propia. ¿Cómo podríamos respetar al otro, valorar al otro si desconocemos quiénes somos?.
Aquí vuelve a surgir el hecho importante de la educación. Nos educan para que estemos divorciados de nuestras raíces. Es muy difícil comprender o dar una explicación de por qué ciertos padres escuchan con tanta pasión y con profunda cultura nuestra música, cargada, no sólo de una emotividad singular, sino también de la sabiduría que nos es propia al ser música del pueblo. Decíamos que no es comprensible porqué sus hijos consumen música expresada en un idioma que no comprenden y que al oírlas dejan muchas de ellas ver su pobre calidad artística, como si realmente no importara el destinatario del mensaje, con el agravante de que muchas de éstas cuando conocemos su contenido nos desayunamos con que son canciones que degradan valores tan importantes como la responsabilidad, la fraternidad y los valores intrínsecos que cualquier sociedad tiene para lograr su identidad. Además no es casual como estos grupos son una aproximación a este castigo que padecen los jóvenes y que es el infierno en la tierra: el mundo de la droga.
Tendríamos que ver si cuando se hacen campañas para prevenir la drogadicción, no se está haciendo apología de la droga. Deberíamos saber quiénes son realmente los apóstoles que van a orientar y a salvar a nuestros niños, jóvenes y a nuestra sociedad del flagelo de la droga y quiénes, camuflados, se infiltran para regar su siniestro doble mensaje de dolor y muerte.
Además tenemos que ver en que medida cierta música, y ciertos lugares no son en realidad ni más ni menos que agencias de propagación y expendio de este veneno social.
La cultura posee un socio inseparable, un referente ineludible: la tradición. La tradición viene de la mano de nuestros mayores, de nuestros ancianos, de nuestros abuelos. Al respecto queremos reflexionar que los pueblos que desoyen el mandato de sus mayores, de sus prohombres, de sus héroes, están condenados a transitar el duro camino del fracaso material y del ostracismo espiritual. El lenguaje de nuestros mayores es el de la tradición y la tradición es fuente de inspiración de la cultura. Sin tradición el hecho cultural es incompleto, es imperfecto, no se realiza ni se concreta, en síntesis no tiene posibilidad de existir.
Abracemos nuestra tradición que entregándonos a nuestras tradiciones nos entregamos al más profundo hecho cultural, al hecho que nos permite realizarnos a nosotros mismos, y esencialmente, a nuestra comunidad.

Capitulo 4 - Hacia la Propia Cultura


Hacia la Propia Cultura

Es un error pensar que otros van a solucionar nuestros problemas como Nación. También es un error pensar que desde el gobierno se van a poder encontrar las soluciones para nuestros problemas de identidad.
Tendríamos que decir que los gobiernos pueden facilitar este trabajo o lo pueden dificultar, según su capacidad. Esto nos obliga a realizar un ejercicio de conciencia y comprender que el problema de la Argentina solo lo solucionan los Argentinos, aunque esta conciencia parece no estar presente.
La realidad Europea o de otros países poderosos es distinta ya que sus habitantes pueden disfrutar sus vacaciones en el lugar del mundo que prefieran. Esto es posible porque sus países tienen un alto índice de realización, realización que han conseguido seguramente porque privilegiaron sus productos, sus industrias y esencialmente su identidad como Nación. Aquí está la clave de lo que decimos: el tema pasa por la autoestima.
Cuando estos tres millones de Argentinos van de vacaciones al exterior en medio de una crisis tan severa, es porque o la crisis no es tan severa o porque poco le importa el país, o tal vez es porque estamos en un estado de anarquía moral y ética tan grande que ningún sector quiere dar los primeros pasos para la recuperación nacional para conformar un proyecto de Nación grande o un plan que proyecte a la Argentina hacia el mundo para que podamos aportar a la humanidad, nuestras más elevadas características, nuestra conciencia y nuestra propia realización.
Cuando expresamos el ejemplo evidentemente no vamos a suscribir todo el problema Argentino ni la solución del mismo a si estos tres millones de Argentinos veraneen o no en nuestro país. Lo tomamos como un termómetro, como una señal, como una muestra.
Con los productos nos sucede algo parecido. No hace mucho algunos políticos nos decían “compre trabajo Argentino”, es decir que comprando productos Argentinos, productos nacionales, estábamos posibilitando que mejorara la economía interna y por ende ayudábamos a la disminución del desempleo, ya que en las coordenadas sociales el problema sustancial radica en la desocupación existente.
Con esta actitud hacia lo nuestro, de concretarse, daríamos una solución a la falta de trabajo y por supuesto, un sustancial apoyo a la industria nacional, con lo cual mejorarían las condiciones del país.
De todos modos lo que avizoramos es un importante desorden. Este desorden tiene mucho que ver con lo dicho anteriormente: el problema es la educación y la cultura. Tenemos una educación cimentada en la mirada hacia el exterior, más precisamente mirando a Europa y EE.UU. trabajando muy poco en lo que significa un proyecto serio de Argentinidad, por nuestra propia cultura de Argentinos para así poder realizar ejercicios, prácticas, acciones concretas para que nuestra Nación siga adelante y se consolide como tal.
Lo de los tres millones de Argentinos que veranearon en el exterior es un ejemplo claro con el que bien podemos hacer un paralelismo con los productos argentinos, a los cuales sabemos que debemos mejorar. Pero ¿cómo hacerlo si no existe un fluido comercial? Es decir, vender para que de ese modo se pueda desarrollar la industria con el consecuente mejoramiento del producto final, y así lograr un producto óptimo que permita competir con productos de importación, que por otra parte no siempre superan la calidad de los nuestros.
Otro ejemplo que se nos ocurre presentar es la música, concretamente el Tango.
Sabemos que existen lugares donde se cultiva esta música con gran éxito. Esos lugares no están precisamente en nuestro país. Pareciera ser que el tango, tiene un valor sustancial en otras sociedades que lo reconocen mientras que para nosotros no es más que una anécdota costumbrista. Pero pensemos que esto ha sido alimentado por una importante masa periodística, formada por seudos periodistas que consciente o inconscientemente sirven más a intereses contrarios a la Argentina que al reconocimiento de que sólo nosotros somos responsables de nuestro destino y que sin esa conciencia nos convertimos en cipayos. Lo más irónico es que algunos son solamente oficiosos de tales intereses.
Volvemos a insistir en el valor de la educación informativa, y la educación atravesada por la cultura. Una, sólo aporta elementos válidos para el discernimiento, mientras que la otra aporta valores fundamentales de concientización, de la identidad que le es propia a toda sociedad y en particular a los individuos que la conforman.
Los comentarios realizados por estos “agentes de la mala educación” que tratan al mensaje refiriéndose al tango y también a otras expresiones de nuestra cultura de manera peyorativa, no son inocentes. Al contrario persiguen un fin determinado, un fin, que está cimentado en la transculturación con fines económicos y la destrucción de la identidad nacional. Paradójicamente, otras sociedades destacan el valor cultural y representativo del tango ya que es un gran contenedor popular que preserva la historia del país de modo simple pero con una contundente verdad.
Por supuesto que esto nos lleva a preguntarnos, ¿argentinos, qué nos pasa?, ¿cuál es el sentimiento que nos abarca?, ¿qué nos hace descreer de nosotros mismos?, ¿Por qué no tomamos conciencia de nuestro acervo cultural, de nuestras potencialidades?. Esa toma de conciencia posibilitaría cimentar nuestra autoestima que nos permita reconocernos, fortalecernos y afianzar nuestra identidad. ¿Qué oscuras razones nos impiden transitar por los caminos de la realización, del encuentro más que del desencuentro?, ese desencuentro, el que nos hace pensar que lo nuestro es peor, que es inferior a lo que viene “globalizado”, y que nos induce a buscar aparentes soluciones en otras latitudes.
Pensamos que hay un sentimiento, un pensamiento muy profundo que es el pensamiento de la armonía. Si nacimos en estas latitudes, si tenemos nuestros ascendientes, nuestras tradiciones, nuestro acervo cultural, es para que profundicemos y desarrollemos estos valores. Por supuesto que tenemos que estar abiertos a otras expresiones culturales, abiertos a otras idiosincrasias sin que por ello, ese gesto nos vuelva genuflexos y detractores de nuestras propias raíces. Sin ninguna restricción, con normalidad insolente nos invaden expresiones musicales que cuentan con la anuencia de los antes mencionados difusores serviles de los interese foráneos, y que, sistemáticamente, asaltan nuestras radios y distintos medios masivos de comunicación con finalidad comercial, mercantil y utilitarista.
Para que nuestros valores, presentes en nuestra historia, cobren fuerza, urge cambiar el proyecto educativo. Para que el proyecto educativo tal como dijimos anteriormente apueste a lo cultural, a lo argentino, no debe apostar a la imitación de formulas extranjeras o lo que es peor, a prepararnos para ser enemigos de nuestra propia historia.
Tenemos nuestra propia realización, tenemos nuestra propia carga cultural, nuestro propio y genuino destino. Para comparar el destino de la naciones tendríamos que decir lo siguiente: “así como no existe un hombre igual a otro, podemos aseverar que un pueblo no es igual a otro”.
¿Quién podría aseverar con plena certeza que un hombre es más importante que otro? Sin duda, nadie. Diríamos que todo hombre tiene por delante potencialmente en su formación, en sí mismo, en su libre albedrío, lo que significa la realización, ser dueños de sus desventuras y de sus certidumbres. En síntesis, de la mano del libre albedrío y de las decisiones que cada uno tome se va a construir un futuro que puede ser, bueno, malo o mediocre.
Así como ocurre en la vida de un individuo, así ocurre en el desarrollo de un pueblo. Un pueblo está constituido por la suma de sus individuos. Si un hombre no es igual a otro, nadie puede acertar a decir que un pueblo es mejor que otro. Esto nos permite afirmar que si no hay un pueblo mejor que otro, tampoco hay un pueblo inferior a otro.
Al reflexionar de esta manera lo que queremos decir es que, tal vez intelectualmente no manejamos ciertos conceptos, pero en la práctica se ha devastado por boca de falsos profetas el ser argentino. Nos referimos a los profetas de la anti-argentinidad, los mismos que atacaron al federalismo, al peronismo, al radicalismo de Irigoyen, los mismos que trataron de mancillar la memoria de nuestros próceres. Es común escuchar en ciertos círculos de intelectuales que nuestros próceres no están a la estatura real que se dice tuvieron en la historia. ¡No!, afirman algunos estúpidos, San Martín «no cruzó Los Andes a lomo de caballo, lo hizo en camilla». Si esto es verdad tiene un mérito mayor aún ya que superó los problemas de salud que otros tal vez hubiesen puesto por delante para no acometer con tamaña empresa.
Pero no nos vamos a detener en este ejemplo, aunque si todos sabemos a quién nos referimos cuando lo mencionamos.
Para nosotros no es casual que esto ocurra. Sabemos, creemos con justa razón, que esto obedece a un plan bien orquestado que encuentra seguidores oficiosos como ya lo hemos expresado. Y ¿cuál es el plan? se preguntarán. Es muy claro, si a un pueblo se le denigran sus próceres, se les desacreditan sus prohombres, se le ridiculiza su historia, es como cuando a un chico se le destruye su figura paterna, tendrá, seguro, problemas muy serios por la destrucción de su norte, de su rumbo, de sus parámetros sociales, espirituales y políticos.
Desarrollo y Auto-estima
Los Argentinos debemos saber que somos portadores de una rica historia, merecedora del más profundo respeto. Para generar esa conciencia en nuestro pueblo, no solamente en los jóvenes y niños, sino en cada Argentino, desde los medios de educación, difusión o cualquier espacio de divulgación es necesario comenzar a tejer esa fina red que salga al encuentro de los oficiosos agentes de la anti-argentinidad, para decir la verdad, verdad que ellos a sabiendas desvirtúan.
Desde los medios de difusión manejados por argentinos debemos crear medios educacionales para que todos estos conceptos lleguen a los demás con la claridad necesaria. Todos sabemos que los medios han tenido un desarrollo tecnológico desmesurado en relación con la práctica de la lectura. La alternativa visual y sonora ha captado a las personas en general, es aquí donde nosotros nos preguntamos: ¿a quién o a qué intereses responden esos medios, cuando ligeramente se “analiza” la historia, y se “difunde” la vida de un prócer?, o en cualquier caso, cuando esbozan cualquier criterio con el único afán de destruir a nuestros prohombres y nuestros valores.
Por esto nuevamente reiteramos la importancia que tiene crear una educación que trascienda las aulas escolares y que desde los medios de difusión gane los rincones del país ejerza con responsabilidad la concientización Argentina. Nuestra historia no necesita de ningún maquillaje para enaltecer la imagen de nuestros hombres.
Creemos que actualmente no hay una educación en las escuelas que apunte con firmeza a rescatar los hechos donde abrevar para fortalecer nuestro presente y desarrollar nuestro ser nacional.
Las naciones desarrolladas no sólo han hecho un trabajo hacia afuera sino que han construido una trama hacia adentro, para elevar la autoestima primero, para luego, ganada la confianza, afianzar la identidad del país. ¿Cómo podemos ejemplificar este concepto? Por ejemplo Alemania tiene a Mercedes Benz, BMW, Japón, Suzuki, Mazda, EE.UU. Ford, Chevrolet. Nosotros ¿por qué no podemos tener nuestra propia industria automotriz, nuestros propios satélites de comunicación, para manejar nuestra propia información?. Debemos cimentar nuestros científicos y generar a través de la ciencia beneficios humanitarios que trasciendan inclusive nuestras fronteras. No queremos ser mejores que nadie, pero tampoco menos que ninguno.
Tengamos nuestro particular lugar en el cosmos, porque ese es el designio de Dios. Si la Argentina no lo hace habrá fracasado. Porque así como existen personas fracasadas por falta de voluntad, o por falta de decisión para lograr las acciones correctas también decimos que está el hombre que lucha y trabaja por enriquecer su destino. Pues bien, si hay hombres exitosos o fracasados, también hay naciones que triunfan o fracasan según sigan uno u otro destino.
Pero también es cierto que si una persona puede revertir su “destino desfavorable”, una Nación puede cambiar también su rumbo. Decía Juan Domingo Perón: “Trabajar para tener una Patria Justa, Libre y Soberana”, para que de ese modo se pueda lograr independencia económica y alcanzar la justicia social de la mano de la solidaridad, y con estos elementos lograr potestad política.
Queremos detenernos aquí para preguntarnos: Un país en las condiciones actuales, ¿puede tener soberanía política si tiene dependencia económica? La respuesta, creemos, está a simple vista. ¡No!, es imposible; ningún país que tenga dependencia económica, puede aspirar a tener independencia política, es decir, no existen actitudes políticas soberanas si hay dependencia económica.
Estas verdades no se dicen. Sabemos que es una contundente realidad. Tenemos que fomentar nuestra industria nacional. No solamente la industria sino también nuestros bienes nacionales. Esta determinación incluye el agro, nuestra productora de materia prima. Si le prestamos atención a este presente, tenemos para el futuro la gran oportunidad de crear materia prima que la humanidad está necesitando, ahora. Además tenemos una gran parte de ese dos o cuatro por ciento de agua que dispone nuestro planeta a nuestra disposición. Pensamos que lo que nos falta, quizá, es lo más importante: tomar conciencia de los pasos que como sociedad y como pueblo debemos dar.
Insistimos en decir: “Es muy difícil tener, independencia política, si se tiene dependencia económica”, entonces hay que buscar independencia económica que nos va a permitir tomar decisiones políticas soberanas.
Mientras que esto no ocurra, y más allá del color del gobierno que asuma “el poder”, se va a ver forzado a responder a las imposiciones del exterior. Pretender desoír las exigencias del exterior, como puede ser el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc.; implicaría entrar en un aislamiento con el consiguiente caos social, económico y político prácticamente en horas.
Por otro lado acceder a todas las demandas de los organismos Internacionales sin un plan real de salvataje nacional ideado por los argentinos es realmente temerario e impropio.
Pensemos que estos organismos que responden a sus propios intereses, no nos van a facilitar el desarrollo de nuestras industrias. Las terminales automotrices no nos van a permitir crecer porque si lo hicieran perderían un cliente, y ganarían un potencial competidor en el mercado mundial. Las demás corporaciones actúan bajo el mismo criterio. En política y economía internacional no existen los amigos, tampoco los enemigos. Sí existen los adversarios que están más cerca de ser considerados enemigos que amigos. Para decirlo de otra manera, existen intereses impostergables.
El interés es aliado de la conveniencia. A estos países les conviene que continuemos en las condiciones de sometimiento económico en el que estamos actualmente, contando, entre otras cosas, con el aporte de algunos periodistas cipayos, sirvientes incondicionales de los grandes medios de difusión. Haciendo la salvedad de lo que ya dijimos anteriormente, que la educación es la llave de la liberación, podemos afirmar que de la mano del desarrollo de nuestra propia cultura nacional podremos afrontar esta controvertida realidad donde nos bombardean con mensajes derrotistas con la única intención de ultrajar nuestra identidad.
Entendámoslo de una vez. Los extranjeros no van a favorecer nuestro despegue. Tenemos que hacerlo nosotros mismos. Esta responsabilidad no la estamos ejerciendo aún.
Para aquellos que intentamos estar alertas no es algo nuevo, ya lo advertimos hace mucho tiempo. Allí, alrededor del año 1985, con un grupo de amigos abríamos las “Escuelas Martín Fierro”, con la modesta finalidad, pero inquebrantable determinación, de tratar de aportar a lo cultural más allá de las coordenadas superfluas de una educación que no nos enseña del valor de la autoestima, que no nos enseña la importancia que tienen nuestros métodos, nuestras decisiones, ni la importancia de ejercer con sabiduría nuestro libre albedrío.
Insistimos, mientras no trabajemos para la libertad política y la independencia económica, no podremos autofinanciar nuestros propios proyectos. Mientras no tengamos la llave de nuestra caja fuerte y seamos dueños de los bienes materiales que dispongamos dentro de la misma, mientras nosotros no demos este paso, no obtendremos independencia económica y, estaremos siempre sujetos a los designios del exterior.
La única manera de construir una economía nacional fuerte será con desarrollo industrial, con desarrollo agrícola-ganadero, siendo nosotros generadores de materia prima, propiciando los avances científicos, generando, además pautas culturales propias, que sin duda nos van a llevar a reafirmar nuestra identidad nacional, nuestro ser Argentino, nuestro ser nacional. Sumemos a este proceso de manera casi fundamental el desarrollo de una educación puesta al servicio de nuestra cultura. Es lo único que nos puede salvar, lo demás, y menos por generación espontánea, no va a suceder.
La educación y las pautas culturales, deben apuntar a generar en nuestros jóvenes reflejos de solidaridad, de hermandad y a actos positivos, ése es el camino. Pero junto a estos sentimientos tenemos que desarrollar la sana intención de que nuestros jóvenes busquen las posibilidades de convertirse en los industriales, los ganaderos, los empresarios o comerciantes del futuro, no inhibirlos y si apoyarlos.
Que aprendan a disfrutar de lo que ellos puedan generar y que sepan también que para construir un imperio económico tendrán que trabajar mucho, habrá mucho de sacrificio, pero si sabemos transmitir la idea habrá en el esfuerzo también un gozo al realizarlo.
Otro aprendizaje que debemos hacer conocer a los que se sitúen en el campo empresarial, y que se sumen a la voluntad del crecimiento, es que van a poder disfrutar de una parte de lo que produzcan, solo de una parte, ya que la mayoría debe destinarse a la reinversión en el país, para generar una nueva industria que pueda desarrollar un proyecto de Nación con una economía fuerte, como merece tener nuestra Argentina.
El equilibrio justo no existe, y así como un individuo está en una etapa creciendo y a la siguiente decreciendo y constantemente vive inmerso en un proceso, de y hacía, lo mismo ocurre con la vida de las naciones. Debemos analizar desde esta perspectiva, el proyecto de hacía dónde vamos nosotros hoy, con una industria desmantelada, con la ciencia desestructurada, con las universidades preparando universitarios para luego casi impulsarlos a que se vayan al exterior.
También, a resultas de este “perverso proyecto del anti-proyecto” es frecuente ver un profundo pesimismo, una incontrastable falta de ánimo. Aquí está nuestro peor enemigo. Debemos revertirlo desde la educación, con la formación de valores, con ética, apretando los dientes haciendo un análisis profundo de nuestro errores y de nuestras virtudes, y por sobre todas las cosas, apostando a nosotros mismos, apostando al de “al lado” porque es argentino, apostando, al fin, a nuestra cultura.
No queremos que se nos confunda el mensaje, pero cuando un empresario, o un empleador cualquiera tiene la posibilidad de dar trabajo, debería priorizar al trabajador argentino, no por un sentimiento xenófobo hacia otras personas, sino porque nosotros estamos inmersos en una construcción social y política que debe priorizar lo nuestro. A partir de nuestra propia grandeza podremos entonces albergar o tutelar a quien lo necesite.
Para nuestro pueblo que sabe de solidaridades hacia otros pueblos hermanos no es algo desconocido. A lo largo de la historia hemos dado mucho de lo que nosotros teníamos. Latinoamérica y parte de Europa saben de la generosidad del pueblo Argentino. Muchos recordarán al peronismo llevando a cabo una acción solidaria e integradora con nuestros hermanos del mundo. Tenemos que lograr una conciencia social para que el Estado y los legisladores promulguen leyes donde se proteja y se beneficie el empleo de argentinos. Porque en caso contrario caemos en el absurdo de dar trabajo a personas que una vez mejorada su situación regresa a su país llevándose lo poco o mucho que haya acumulado sin que jamás se haya integrado culturalmente a nuestro país. Por lo tanto no solamente «no vota», sino que tampoco forma parte de la comunidad que busca el progreso. En cierto modo utilizó oportunidades que nosotros necesitamos capitalizar para nuestro desarrollo.
Estas reflexiones no tienen que ver como ya lo dijimos con una actitud discriminatoria, surge del sentido común. Los políticos Argentinos deberían estar atentos a estas cosas porque en definitiva son elegidos por sus conciudadanos y, porque además nos vamos a referenciar con nuestros connacionales por un problema de sentido común, de orden natural, y por un hecho práctico de proyección hacía el futuro.
Entonces todas estas cosas habría que ordenarlas, sistematizarlas. Deberíamos cambiar los planes de educación para generar también una conciencia en los medios de difusión para que resalten los valores nacionales, en todo el campo cultural, en los deportes, en las ciencias, en nuestros premios noveles, en los autores reconocidos en el mundo de la cultura y de las artes en general. Debemos interesar a los jóvenes y niños sobre la vida de nuestros héroes, concretar una difusión amplia, completa y verídica de nuestra historia Argentina. Debemos difundir el pensamiento vivo de San Martín, de Rosas, de Manuel Belgrano, el pensamiento vivo de nuestros próceres más cercanos, de Juan Domingo Perón, de Eva Perón, etc., y de tantos héroes anónimos que construyeron la argentinidad y que por imperio de ejercicios propagandísticos de otras latitudes, se ven desde hace mucho tiempo desvalorizados.
Volvamos a apostar a nosotros mismos, a edificar la autoestima como pueblo. Esto no se consigue de la noche a la mañana, es algo muy complejo. Pero en la medida que se deseé y este deseo se haga carne en cada Argentino el milagro estará al alcance de la mano.
Dentro de este contexto cobra significado los tres millones de Argentinos que van a veranear a otros países, que si, por el contrario, lo hicieran aquí, generarían un circuito financiero interno, que produciría más empleo. En lugar de comprar productos extranjeros, en la medida de lo posible deberíamos adquirir productos Argentinos. En lugar de difundir una idea pesimista, derrotista o sin salida, debemos crear circunstancias que contribuyan al desarrollo de nuestra propia confianza, reconocer los valores de nuestra propia música, de nuestra cultura, y de todas nuestras expresiones artísticas. También debemos crear las bases para tener nuestra propia industria y lograr nuestro propio poder económico a partir de hacer todo lo necesario para innovar, para afianzar nuestra identidad y futuro.
Si nosotros cambiáramos todo esto y comenzáramos a mirar a nuestro propio país en el turismo, a nuestra propia música en lo que hace a descubrir las profundidades y los valores que esta tiene, si viésemos a nuestros propios artistas, si crearíamos nuestras propias producciones de novelas, películas, e impulsáramos nuestro teatro, dándoles un tinte mucho más atrevido y ambicioso para proyectarlas como alguna vez fue a toda Latinoamérica y a todo el mundo hispano parlante, podríamos así asentar nuestra propia industria referida a los hechos culturales que nos darían ante el mundo una identidad fundamental.
Estamos convencidos que si hacemos esto, otra Argentina comienza a nacer, comienza a crecer. Pero sino tomamos conciencia del cambio que tenemos que hacer en nuestras pautas educacionales y no ponemos la información al servicio de la educación, este cambio será difícil de lograr.
Se dice que un samurai para lograr éxito, desechaba de su mente toda información que no tuviera que ver con el combate, con la disciplina, con la abnegación, con la superación del dolor, con vencer y triunfar a cualquier precio, aún a costa del valor más sagrado que brindaba el samurai que era el de dar su propia vida en combate. Toda información que no servía para esto, la desechaba. Solo acumulaba en su mente información que estaba seleccionada a través de la formación, de la cultura. A través de la cultura definía qué era lo útil para el logro de su objetivo: ser un guerrero sin parangón, ser imbatible en la pelea, para así infringir temor a sus enemigos.
Bien, nosotros debemos intentar construir esa idea. Si vamos a abrazar el mundo de la industria, generemos una industria Argentina, si vamos a componer una canción, ambicionemos sin miedo que sea la mejor canción, si vamos a elaborar tortas o pizzas que sean las mejores, y coronemos estos productos con nuestros colores. Pongámosle la bandera Argentina, coloquémosle el escudo Argentino e inscribamos el “Made in Argentina”, aun cuando creamos que se lo vamos a vender a un solo individuo.
La mente vigila la mente. Si comenzáramos a soñar, a apostar a favor de nosotros y de nuestro futuro, todo lo deseado será posible.

Capitulo 5 - Evita: Mística y Militancia


Evita: Mística y Militancia

Cuando trabajamos en nuestra primera publicación, “Doctrina y Militancia”, sentíamos la necesidad de expresar ciertas reflexiones. Estas consideraciones apuntan a que muchas de las cosas, muchas de las ideas y muchos de los sentimientos que hemos volcado en este libro, para nada se originaron en nuestra mente o en nuestra sola experiencia individual, sino que, de alguna manera pretende o quiere ser la voz de muchos compañeros de ruta, de muchos compañeros de camino.
Tratamos de inspirarnos con la máxima sinceridad posible en los postulados justicialistas, en el concepto movimientista que tiene nuestra doctrina; en fundamentos, obviamente doctrinarios, en el sentir y la pasión que la compañera Evita fue instalando a lo largo de toda su vida. A veces, cuando señalamos esto de “a lo largo de toda su vida”, nos referimos a los momentos particulares donde los poderosos se suelen olvidar del compromiso con los humildes. Generalmente y por denominador común cuando las personas o los mayores individuos logran un momento de poder personal o de ventura personal o de influencia política, como tuvo Evita en su momento, en lugar de transitar el árido camino del olvido de los demás, en vez de transitar el camino de la indiferencia hacia los más humildes, o simplemente de la indiferencia hacia el prójimo, hacia los compañeros de camino, Evita insuflo pasión a sus acciones solidarias, deberían recordar e imitar el ejemplo de Evita.
Evita renunció a las comodidades cuando podía tenerlas, renunció a los sentimientos tan despreciados por ella, al sentimiento y al egoísmo “oligarca” como lo llamaba, y se vuelca con el poder y a la influencia que ella ostentaba decididamente con formidable esfuerzo a la acción social. Vivía y plasmaba en cada minuto de su vida sus preferencias por los más humildes, hacia los más desposeídos. Esto que parece tan fácil, tan sencillo de explicarlo, en realidad, fue una opción de vida muy profunda, al punto tal que su pasión por los demás y por la obra de Perón y por los sentimientos de nacionalidad la consumió en vida, literalmente.
Evita lo único que pedía desde su lecho de enferma, tenemos la impresión, era más vida para poder ayudar, más oportunidades materiales para poder socorrer a los que más necesitaban. Creemos que si había un dolor que la carcomía, no era el dolor físico, material, sino el dolor, tal vez, de la conciencia por que su ausencia sería la ausencia de un proyecto más completo, un proyecto que tenía que ver totalmente con el sentimiento generoso hacia los más necesitados, que tenía que ver con una pasión inigualable como ser apenas un puñadito de arena en la doctrina de Perón, en el sueño revolucionario de su esposo y conductor.
A veces, escuchamos decir que la ayuda social se tiene que planificar, que tiene que llegar de manera escalonada, tiene que llegar metódicamente. Mientras se planifica, mientras los ratones de biblioteca planean cómo ayudar, el hambre azota, la necesidad no sabe de esperas, sólo tiene un aquí y un ahora rotundo, que carcome justamente al que necesita. Para comprenderlo tendríamos que haber pasado por esa experiencia de necesitar o esperar que “en punto” abran los despachos oficiales de ayuda social y que “en punto” también se cierren sin que nos hayan escuchado.
Evita no toleraba semejante insensibilidad. La ayuda tenía que llegar para ayer y el necesitado tenía en el alma de ella el concepto real que debe tener y que muy pocas veces es reconocido, que es justamente una necesidad que tiene que ser prontamente solucionada.
Insistimos: existió en esos años del ‘45 al ‘52 un proyecto que con la desaparición física de Evita se vio de alguna manera perjudicado pero que continuó en la proyección espiritual.
Volviendo al tema, la ayuda social, la sensibilidad social, el sentir al otro como un hermano estaba presente en todas las obras de la fundación que Eva Perón llevaba adelante, y que la relacionaban con los compañeros en cada instante de su trabajo.
Existe una vieja máxima que, consideramos, es una gran verdad espiritual: que la «la acción es superior a la inacción». En esto, el testimonio de la vida de Eva Duarte de Perón está por demás a las claras: «la acción es superior a la inacción». Implica esto que el gran problema del hombre, a veces, es cómo lleva a plasmar en la realidad las cosas que puede pergeñar en la tranquilidad de su hogar o con el estómago lleno o desde la actitud relajada de no tener el compromiso de construir en la cruda realidad sus pensamientos.
«La acción es superior a la inacción». En esto el peronismo dio cátedras. El peronismo no se conformó con esbozar proyectos, ni con ser tristes pusilánimes revolucionarios de café, sino que más bien basó su acción y pensamiento en la idea que la doctrina concreta y real era aquella que se podía aplicar. No solo se tenía una actitud, se era peronista de verdad, porque la ayuda llegaba a destino, se era peronista porque se compartía con el más necesitado las acciones que tenían que compartirse.
Juan Domingo Perón era justicialista porque la doctrina de su acción de gobierno priorizaba la justicia social y porque tenía un compromiso ineludible con los más carecientes, con los que menos tenían y además tenía un compromiso irrenunciable con la Patria y con un destino de grandeza. Tal era su proyecto y compromiso.
No podemos concebir nuestra Nación desde la resignación. Decíamos en oraciones anteriores que no podíamos tener decisiones políticas soberanas si tenemos dependencia económica. Vimos en los últimos años que existen una serie de países latinoamericanos, otros asiáticos, que tienen una fuerte dependencia económica de los países desarrollados. Esto implica que mientras esta dependencia económica sea tan contundente, tan marcada, será difícil que estos países puedan tener, o podamos nosotros también tener independencia política, en cuanto a nuestras decisiones, porque las decisiones políticas están subordinadas a intereses económicos que tenemos con el extranjero. Entonces el verbo de independencia pasa hoy por una liberación económica.
Para tener liberación económica necesitamos liberarnos de conceptos, una liberación de ideales, un rumbo marcado por una fuerte identidad nacional, hablando en términos caseros: “tenemos que querer ser alguien”.
Si nosotros no queremos ser, renunciamos, dejamos de lado este don tan maravilloso que nos da la vida que es el ser protagonistas, que es vivir nuestra propia vida. Aquí se pone de manifiesto el concepto de vivir. Vivir, no es simplemente como dice la canción “ver transcurrir el tiempo”, ni respirar lacónicamente, ni trasladar la osamenta de un lugar geográfico a otro. Tampoco lo es ver para no mirar, ni oír para no escuchar. Vivir requiere un compromiso con las cosas que están relacionadas con el más allá, relacionadas con el compromiso de ser útil y de brindarnos a los demás, pero, ¿por qué brindarnos a los demás?, ¿alguien se preguntó, por qué este sentimiento de fraternidad, de solidaridad? Tal vez la mejor definición de quién es nuestro amigo o nuestro semejante, es la que dio Atahualpa Yupanqui cuando dice que: “un amigo es uno mismo con otro cuero”.
El concepto de fraternidad surge de la convicción de que existe un ser supremo, único, llamado Dios, o cómo lo denominen las distintas creencias religiosas. Los demás somos emanaciones de ese poder central y lo que nos hermana no es ni más ni menos que la misma identidad espiritual, el mismo origen, el mismo transcurrir, las mismas incertidumbres y por supuesto el mismo destino que es esencialmente espiritual.
Todo esto, lo que padecemos y lo que sufrimos y que nos parece tan real, es decir la vida cotidiana, no es más que una noche oscura, una ilusión, un sueño. Pero esos sueños nos parecen casi una pesadilla, los vivimos y padecemos constantemente todos y cada uno de los días y nos obliga a dar la mejor de nuestras batallas. Acá en la tierra, tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos. Aquí, en este camino, en esta noche oscura, pero que en realidad está llena de luz, no está más allá de una identidad corpórea, de una identidad física de 70 años promedio. Fuimos antes, somos ahora y seremos inexorablemente en el futuro.
Esto es muy difícil de vivirlo y de poder comulgarlo con las necesidades de llevar el mango a casa, con la necesidad de pagar el gas, la luz o de tratar de que no nos choquen el auto para llegar puntualmente al trabajo. Pero la vida se trata de eso, de conjugar lo interior, lo mejor que tenemos, lo más filosófico hasta si se quiere el renglón más poético y más romántico que podamos tener con la crudeza de vernos obligados a defendernos. De lo contrario corremos el riesgo que nos extingan, que nos avasallen al menos corpóreamente. Caso contrario algo de nosotros está a merced “de no sé quién” y podemos no cumplir con el deber del aquí y ahora, por más material que parezca. Tiene una connotación con aquello de la eternidad, con aquello de lo que seremos en el futuro espiritualmente y de develar justamente esto. Esa sea tal vez la clave de un futuro mejor. Pero “cuando uno está en el barro”, la acción es superior a la inacción, porque la crudeza de aplicar a la realidad y de llevar adelante nuestros ideales en la cotidianeidad de las horas y de los días, de los famosos pares opuestos, del frío, del calor, de la alegría, o la tristeza, de la noche y del día para tratar de ser los mismos al margen de estos pares de opuestos, es un desafío trascendente.
Evita sentía de una manera cuando no tenía nada y miraba a los más humildes. Cuando tuvo el máximo poder, tal vez uno de los máximos poderes que un hombre puede tener en la tierra que es el manejo de un país y sus medios materiales, siguió siendo coherente y siguió viendo a los necesitados, a sus hermanos, de la misma manera que cuando nada tenía.
Este es el valor espiritual de Evita y este es el mensaje que todo justicialista debe tener en su corazón, bajo el sabio orden de la doctrina que Perón dejó para la posteridad.
Nosotros, como bien decían muchos sabios peronistas, no tenemos que inventar ni actualizar nada. Doctrinariamente, tenemos que evocar los principios de nuestra doctrina, porque nuestra doctrina está plagada de verdad y si es verdad por sí misma se puede aplicar a todo tiempo, lugar y espacio. Si esto no fuera así, es porque alguna falla tenemos en la aplicación o en la interpretación de nuestra doctrina. Tenemos la cercanía de la presencia y el pensamiento vivo de Perón y Evita, que aún puede respirarse en casi todas las latitudes de nuestro país. Cuando hablamos de cultura hicimos referencia a que el peronismo realizó una cultura en la acción, del compromiso aplicado a obras concretas y no como otras seudas revoluciones o seudos movimientos políticos que nacen para desperezar del aburrimiento a algunos mediocres, y que intenta despuntar el vicio para prestarse a un bálsamo de una conciencia que no está demasiado clara.
Empecemos a limpiar de culpas o de molestias nuestra conciencia. Tal como decía la madre Teresa de Calcuta “Dar hasta que duela”. Lo demás no sirve, lo demás alcanza apenas el rango de paliativo.
Lo que el pueblo argentino busca y desea es seguir adelante y concretar en la realidad la revolución nacional Justicialista planteada por Perón. Esto es más que un concepto, es casi la razón de ser del Justicialismo. El Peronismo con intrínseca vocación de poder se vuelve vigoroso en la acción, y su destino es “ser lo que deba ser”.
Peronismo: Vigencia y Desafío
Los peronistas podemos en la práctica hacer las cosas mejor que nuestros adversarios. La solución del destino del país está en una Argentina fuerte, una Argentina grande como soñó San Martín, la que Rosas evitó que se disgregue, y a la que le forjó una identidad, a la que Perón fortaleció incorporando al pueblo a la vida social y política y levantando tres banderas irrenunciables para una Nación que se digne de tal.
Cuando hablamos de la actualización doctrinaria cabe preguntarse ¿qué es la actualización doctrinaria?, ¿tendrá sentido si el mundo cambió? Nosotros pensamos que lo que cambió de la realidad social es el ropaje exterior, la modalidad de presentación de las necesidades del hombre. Pero seguimos padeciendo las mismas angustias, las mismas injusticias, son los mismos desposeídos, las mismas arbitrariedades, y las mismas verdades.
Insistimos, es la misma lucha del hombre, por superarse, por encontrar el sentido al más allá. Vemos que tal vez cambiaron algunas formas, pero que la lucha intestina del hombre por superarse es la misma con el agravante de que algunos poderosos ponen sus prioridades lejos de dicha realidad.
Si alguien nos preguntara ¿cuál es el objetivo del hombre en la actualidad?, responderíamos que no creemos que el objetivo del hombre sea solamente aumentar los salarios, si bien esto es una necesidad inmediata y tenemos que luchar denodadamente para que así suceda, para que todos los hombres, sobre todo los que menos tienen, obtengan un mayor ingreso. Esto tiene que ver solo con nuestra identidad corpórea y con nuestra cultura de tiempo y espacio que, si bien es necesaria porque implicaría mejor educación para nuestros hijos, mejores medios para vivir, todo esto forma parte de lo “relativo”. No hace a lo esencial. Lo esencial es trascender los elementos que nos limiten y el primer elemento que nos limita es el cuerpo físico en cuanto está sujeto al paso del tiempo y a la imposibilidad de trasladarse en el espacio que lo oprime.
La idea fundamental es atacar nuestras mediocridades, nuestro egoísmo, nuestra casi pueril forma de valorar las cosas. Sobre todo nuestro pueril sentimiento, ese estar aferrado a las cosas que a veces desde las alturas filosóficas nos parecen tan ridículas pero que luego, cuando vuelve a salir el sol y nos sumergimos en la cotidianeidad, nos parecen de fundamental importancia. Por eso damos mucho valor a esto de que la acción es superior a la inacción. Porque desde la reflexión y desde la comunidad comenzamos a comprender lo pueril de algunas de las luchas que damos. Pero, insistimos, al otro día, al amanecer, vuelve a salir el sol.
Con esto de la cotidianeidad, con esto de los empujones y de la competencia demasiado cruel es como se nos empieza a olvidar el por qué y el para qué del sentido de nuestra vida. Entramos en un fragor, en una lucha donde somos igual que niños que se toman a golpe de puño por una bolita que sale centavos y que luego distraídamente la pierden o simplemente la abandonan. Los hombres somos un poco así. A veces competimos. Basta ver el tránsito en la autopista, los lugares de estacionamiento o esa locura de ver quién llega primero a cualquier lugar. Parece una ficción pero ocurre.
Estamos más acá de esas conductas pero sin duda, la batalla es tratar de cada vez más enfocar la mente en las cosas que son sustanciales, dejando de lado todos los sentimientos que son pueriles. Por esto, a veces, el torpe suele vehementemente gritar o refugiarse en la violencia porque al adolecer de verdad, creé infantilmente que empujando al otro puede motivarse. En realidad lo que estamos haciendo es entrar en un callejón sin salida. Distinto es cuando nos asiste la verdad, cuando nos asisten los buenos sentimientos, la calma y la seguridad. A veces un sólo susurro o el gesto cargado de armonía es mucho más profundo, mucho más movilizador y estimulante que las alteraciones violentas.
En esto el Peronismo supo transitar por momentos de gloria. También los enemigos de la Nación quisieron marcar o quisieron herir de muerte al Peronismo, ¿cómo?, destruyendo estatuas, quemando libros, rompiendo fábricas, impidiendo que se nombre a Perón o a Evita, o hasta prohibiendo el término “Compañero” etc. Perón en su libro “La fuerza es el derecho de las bestias”, expresa con mayor claridad que nosotros cuando hablábamos del grito estentóreo o del hecho violento. Cuando asiste la verdad a un individuo o a un grupo social o a un movimiento político como lo es el Peronismo, este resulta indetenible. Que sirva como ejemplo nuestro caso: 17 años de persecuciones y de prohibiciones sirvieron para acrecentar y potenciar más nuestra identidad como Justicialistas, sirvieron para fomentar más aquello de Evita “Volveré y seré millones”. El peronismo adquirió tal vigor que se convirtió en una realidad impensada, casi un azote para los gorilas del ‘55.
Vemos aquí la importancia del Peronismo de poder tutearse con el hecho doméstico, con el hecho cotidiano y abrazar también el ejercicio trascendente casi con el mismo tono de voz, casi con la misma tranquilidad de espíritu, porque lo que nos asiste no es ni más ni menos que la verdad. Lo que más nos joroba de la realidad es la estupidez de los dirigentes o de algún sector de dirigentes del Peronismo que se recluyen en ideas liberales y casi estúpidamente hacen caso a los estereotipos falsos que crean los medios masivos de difusión y temen contestar y hablar con nuestra propia realidad, y verdad.
Si nosotros somos católicos y pensamos que no debemos tener relaciones sexuales extra matrimoniales digámosla porque de lo contrario nos convertimos en unos farsantes. No vayamos a misa, no detentemos un crucifijo, no juguemos con el nombre de Jesús, o de Dios. Seamos una u otra cosa, pero no caigamos en abrazar las apariencias y no vivir del hecho interior y del hecho real.
Si somos justicialistas actuemos como justicialistas, salgamos con nuestra doctrina, salgamos con nuestros pensamientos, salgamos a dar la inevitable batalla. Si abrazamos la fe católica, digamos nuestros sentimientos. No actuemos equivocadamente. Digamos y defendamos lo que somos. No tengamos miedo de ser. No actuemos hipócritamente sin darle el valor que tiene el hecho esencial de ser lo que uno es.
El hecho esencial es vivir de una manera acorde a lo que marca nuestra ética.
Si nosotros tenemos una posición con respecto al aborto digámosla. Que no nos importe si nos consideran equivocados o retrógrados. Al contrario, cuando uno está convencido de una verdad, con respeto, con moderación y con un margen de respeto hacia pensamientos distintos, tenemos que decirlo, manifestarlo, compartirlo. Hasta que en nuestro interior no se demuestre lo contrario, debemos insistir en nuestro pensamiento íntimo y sincero.
Hay una expresión que dice: “Que el escritor cuando se sienta a escribir trata de decir cosas que agraden o que caigan bien o que llamen la atención al supuesto lector, al supuesto hombre que leerá sus textos”. Almafuerte decía que esto no servía. Hacemos referencia también a un filósofo chino, quien afirmaba: “escribe sobre tu verdad, habla sobre la sinceridad de tu sentimiento más profundo, pero la verdad, porque esto es lo que al hombre y a la posteridad le va a servir”. Por eso es que Almafuerte siendo un católico ejemplar, en un momento de crisis de su existencia, en referencia a Jesús le dice: “grande como hombre, pequeño como Dios”. No era un acto de herejía en boca de Almafuerte sino tal vez era un acto de esa sinceridad, de esa crudeza que da la convicción para decir: “hoy siento esto” y lo digo así.
Porque parte de mi verdad o de mi miseria, en otro momento puede ser verdad o ser mentira. Lo que somos tenemos que decirlo. Esto no es estar reñido con la disciplina, ni con el sentimiento de superación, todo lo contrario. Lo expresamos para saber que tenemos este sentimiento. A partir de la conciencia lo vamos a superar si cabe superarlo, lo vamos a mejorar si cabe mejorarlo.
Hacíamos mención a aquella máxima de Juan Domingo Perón de que “ningún individuo se realiza en una comunidad que no se realiza”. Obviamente es una alusión directa a que no solamente ninguna persona sino ningún grupo social se realiza en un país que no se realiza. Para que un país esté realizado, requiere identidad nacional, requiere de un perfil propio. Requiere también superar los problemas de fondo y los problemas de su coyuntura, de sus coordenadas políticas. En un momento decíamos que en los momentos de la independencia, allá por el 1800 parecería ser que la lucha tenía que ver con el ámbito territorial, con la tierra propiamente dicha. Si bien detrás de esta identidad territorial existe una idea de Nación que trasciende lo material, la lucha parecía que se enmarcaba en las disputas territoriales, en no permitir que naveguen nuestros ríos etc.. Hoy la coyuntura pasa por la independencia económica. Ésta independencia económica, aunque parecería dispar y no correspondiente, tiene que ver con nuestro propio acerbo cultural y con nuestro propio sentido de identidad. Hay algo que nosotros tenemos que decir: “No estamos de acuerdo en la abolición de nuestra moneda. Lo diga quién lo diga”, porque la abolición de nuestro concepto de moneda es un paso más hacia la entrega. El día de mañana nos van a decir ¿para qué queremos el escudo, para qué queremos la bandera, para qué queremos nuestro himno? Entonces continuamos transitando el árido camino del desarraigo, vamos imitando otras culturas y en la imitación está el fracaso: la imitación es el ataque a la creatividad, la imitación es una bofetada al desafío de protagonizar. No tiene nada que ver con ver los ejemplos de voluntad, de superación y de creatividad.
Los Símbolos
Hablábamos acerca de si teníamos o no que actualizar nuestra doctrina y en qué medida habían cambiado las necesidades de la humanidad. Decíamos que simplemente lo que cambiaba era el ropaje de presentación de estas necesidades y que en esencia eran las mismas, como también las soluciones. Con esto recordamos los tres clásicos fundamentos y postulados políticos de nuestro movimiento, el Movimiento Nacional Justicialista: esto es la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. Cabe preguntarnos: ¿pasó de moda? O, ¿hay que actualizarlo?, ¿es impropio?. Respondemos que al contrario, decimos que nunca más a tono, nunca más a medida, nunca más importante pugnar a favor de nuestra soberanía política, nuestra independencia económica y nuestra justicia social.
También vamos a tocar el tema de que existen falsos profetas y falsos conceptos como falsos desafíos. Creemos que los medios masivos de comunicación nos han creado falsas expectativas. Si bien a nuestras necesidades materiales tenemos que, de alguna manera, atenderlas, satisfacerlas, pero solo en una proporción, la necesaria para vivir con dignidad. A veces el error está en la desmesura de nuestras ambiciones. Cuando todo se trasunta en una necesidad de “salvarnos” materialmente, cuando todo se resume en apostar solo al beneficio material a modo de status social (y quien no alcanza ese logro material es considerado poco menos que un fracasado) la sociedad le da rotundamente la espalda a la posibilidad de trascender y de mejorar su propia naturaleza. Tiene esto que ver con los perfiles que los grandes medios de comunicación y sus falsos estereotipos promueven, más el ataque sistemático a nuestra esencia espiritual, a la esencia de hombre y también a nuestra esencia como entidad política.
No es casual que el Movimiento Justicialista fuese atacado por los medios masivos de difusión. Desde su prédica se intentó dejar establecido que en la segunda presidencia de Perón los Justicialistas bastardearon templos Católicos y quemaron banderas argentinas. A nadie escapa que durante la historia peronista y en los actos del Peronismo a lo largo de más de 50 años de vida política han abundado, han redundado y han plagado todos los rincones del país con la bandera y el escudo nacional. Cuando vemos un acto de nuestros adversarios, observamos que en sus encuentros abundan el blanco y el rojo de sus colores, de los colores Radicales o la bandera roja del Partido Comunista o de otras agrupaciones políticas. En cambio el color del Peronismo no es ni más ni menos que los colores de nuestra bandera y el escudo nacional, conjuntamente con nuestros gloriosos emblemas Peronistas también surcados por los colores patrios. La atribución de la quema de la bandera nacional fueron operatorias del servicio de inteligencia norteamericana, de la CIA, propagandas pergeñadas, como las supuestas riñas, quema de iglesias, etc..
La doctrina de nuestro Movimiento Nacional Justicialista afirma que somos un movimiento Nacional-Popular-Humanista y Cristiano, ¿cómo vamos a atacar o ir en contra de lo que Perón y Evita protagonizaron y llevaron a la práctica?. Viendo series antiguas como Misión Imposible, es muy frecuente ver cómo ellos, los norteamericanos, manejan operatorias de prensa y se inmiscuyen en los asuntos de otros países haciendo alarde de un autoritarismo que les es propio.
Debemos enriquecer y mantener, ser coherentes y conocer cuál es nuestro propio acervo cultural. Es muy sencillo, la obra es mirarnos hacia nosotros mismos y tratar de escapar de las funestas influencias de los medios de comunicación que crean ídolos de barro, falsos profetas y estereotipos de lo light, que terminan siendo soberanos de la frustración, nunca comprometidos con una realidad política, nunca comprometidos con una meta espiritual, nunca comprometidos con el semejante.
En síntesis hacen de serviles vocacionales y lacayos gratuitos. No queremos esto para nuestros jóvenes, no queremos este modo de vida para nuestros hermanos, no lo queremos esencialmente para nosotros mismos. Queremos ser protagonistas de nuestro tiempo, protagonistas de nuestra historia. Buscamos sentirnos profundamente militantes peronistas porque tenemos la mejor de nuestras doctrinas. Tenemos conciencia que el Movimiento Nacional Justicialista es la llave para la liberación nacional y la felicidad del pueblo.